Salamina 200 años

A Propósito de la Fundación de Salamina

perteneciente al archivo histórico del señor Herney Zuluaga
Con el acontecimiento focal de la celebración del Bicentenario de Salamina, conviene abrir espacio al sano debate académico sobre los diferentes aspectos que caracterizaron el proceso colonizador del sur de Antioquia.

Apuntes para un Debate

Con el acontecimiento focal de la celebración del Bicentenario de Salamina, conviene abrir espacio al sano debate académico sobre los diferentes aspectos que caracterizaron el proceso colonizador del sur de Antioquia. Con este fin, tomamos en préstamo la ponencia hecha en el año 1981 por mi colega y pariente, Bonel Patiño Noreña, sobre la real fecha de fundación de Salamina, Caldas. Es su punto de vista, el cual dejamos a disposición de los lectores sin modificar una sola palabra. Este texto hace parte del libro “momentos y motivos de la grancaldensidad” Páginas 145 a 148.

Ojalá lleguen más aportes de este tipo, para que al menos por este medio, la polémica histórica no quede en segundo plano en la promocionada conmemoración.

Por Bonel Patiño Noreña

Cuando algún historiador de nuestros desplazamientos sociales afirma que en el proceso de la migración antioqueña hacia tierras del sur, se deben diferenciar tres tipos de colonos y, por ende, de colonización: La espontánea, la capitalista y la estimulada por el gobierno, está planteando algo fundamental para entender las implicaciones de dicho proceso. Y nosotros mismos en alguna obra nuestra, aún inédita, abrimos un compás con respecto a la colonización espontánea para sostener, no sin fundamentos, que existían dos tipos de ésta: Los colonizadores sin bienes que abandonaron sus lugares originarios y se vinieron con sus familias y escasos enseres a la búsqueda de otras perspectivas, impulsados a ello por su extremada condición de pobreza y necesidad. Y unos segundos, que poseyendo algunos bienes de capital, los pusieron en venta, para irse a probar suerte en las nuevas tierras. Fue, precisamente, en estos dos exponentes de colonizadores espontáneos en quienes recayó todo el esfuerzo material de las fundaciones de pueblos, adelantadas más allá del río Aures, punto imaginario de partida de todo ese proceso creador que hoy se conoce como la Colonización Antioqueña.

La Fundación de Salamina es, en este sentido, sumamente esclarecedora. Porque, cabe la pregunta, ¿Quién fundó a Salamina? En los días que corren se ha echado a rodar la especie que el fundador lo fue el doctor Juan de Dios Aranzazu, acogida esta gratuita suposición por gentes de pro. Pero, nada más alejado de la verdad histórica. Veamos:

El 15 de octubre de 1801, la Real Audiencia de Santafé de Bogotá, obrando a nombre de Carlos IV, hizo una cesión de tierras al peninsular José María Aranzazu, cuya extensión comprendía las actuales circunscripciones municipales de Salamina, La Merced, Filadelfia, Arazazu, Neira y Manizales. Sin embargo, el señor Aranzazu, sin haber tomado posesión legal del realengo, se residenció en Maracaibo en donde, poco a poco, falleció. Debe, entonces, tenerse muy presente que una merced de tierras era un verdadero estatuto jurídico que imponía la residencia en las tierras capituladas por un término no menor a cinco años, así como la obligación de poblarla; so pena, de que la corona española recusara el título; como efectivamente ocurrió con la denominada Concesión Villegas, cuyos límites se extendían a los actuales municipios de La Ceja, Abejorral y Sonsón, a favor de los colonizadores que se habían adentrado en ella. Porque como lo anota la indiscutible autoridad del doctor José María Ots y Capdequí, «que la toda la doctrina jurídica promulgada por el estado español a este respecto, estuvo inspirada por el principio de que la propiedad privada de La tierra en las Indias, había de cumplir una función social” De modo que, de no haber mediado los sucesos de la guerra de nuestra emancipación, es seguro que las autoridades reales hubiesen anulado los efectos de la denominada Concesión Aranzazu.

Ya en plena república, en el añio de 1824, el hijo único de don José María, el doctor Juan de Dios Aranzazu, ante la pérdida del título original, logró que el intendente de Cundinamarca pusiera en vigencia su pretendido derecho hereditario sobre unas tierras que no había visitado. Para ello, le otorgó un título, fundamentado en la declaración de nueve testigos quienes coincidieron, a pesar de que no conocían la región, en demarcar con sospechosa exactitud, los límites de la pretendida Concesión. No en vano, pensamos nosotros, el doctor Juan de Dios Aranzazu era personaje de vastas influencias.

Seguidamente, y con la urgencia de darle un piso legal a la espuria titulación, el doctor Aranzazu obtuvo de los altos poderes centrales un decreto que lleva la rúbrica del General Santander, mediante el cual se erigió en Parroquia a una población, ya existente, y cuyos términos jurisdiccionales correspondían, según esa providencia ejecutiva, con los mismos de la Concesión. Ese decreto, signado el 8 de junio de 1825, se ha venido considerando, equivocadamente, como el de la real fundación de Salamina.

Como bien lo sostienen diversos autores, una cosa es el reconocimiento legal de la fundación y otra bien distinta la fundación misma, como se evidencia en el caso de Salamina. Y en virtud de ello, no es lícito considerar como el fundador de la población a quien no tomó parte en la disposición material del poblado, a quien nunca habían visto por estas tierras, y que sólo obró sobre hechos cumplidos, con la obvia finalidad de afianzar, indebidamente, la usurpación de un globo de terreno que no le pertenecía. En efecto, antes del 8 de junio de 1825, es incuestionable que Salamina ya había sido fundada. Y que la Concesión Aranzazu venía a perturbar la posesión quieta y tranquila de los innumerables colonos que se habían adentrado, desde la segunda década del siglo pasado, en sus términos, con la certeza de que era una tierra vacía.

El ruidoso litigio que siguió a la toma de posesión de estas tierras por un apoderado del doctor Aranzazu, y que sólo vino a concluir en 1853 por intervención del gobierno central, invalida la presunción de que se pueda considerar a éste como el fundador de Salamina. Máxime que como bien lo afirma don Mariano Ospina Delgado, hijo de uno de los primeros pobladores, “’se dé un modo cierto que no fue señalada el área de la población ni por las autoridades, ni por el señor Juan de Dios Aranzazu, que se titulaba dueño de las tierras, …” y según el testimonio de uno de los colonos, en declaración rendida ante el alcalde de Salamina por un litigio de servidumbres, dejó establecido que: “Vine aquí muy niño cuando estaba esto toda esta parte de esta población en montaña y presencié la entrega de solares y recuerdo que los que trazaron los solares fueron los señores Francisco Marulanda y Fermín López. El área de la población se decretó de seis cuadras partiendo de las cuatro esquinas de la plaza en todas las direcciones, este trazado no se verificó todo debido al pleito establecido entre los señores Juan de Dios Aranzazu, Elías González y unos señores de Marinilla, cuyos nombres no recuerdo, con los vecinos de Salamina”

Cómo considerar, pues, como fundador de Salamina, al usurpador de estas tierras y quien, por demás, como lo anota don Juan Pinzón en sus Apuntes Históricos y Crónicas de Manizales, “lo cierto es que ya existía la población de Salamina, cuando visité su territorio el doctor Juan de Dios Aranzazu.”

Entonces, ¿a quién es imputable la fundación de Salamina? Nosotros no vacilamos en responder que a los denominados colonizadores espontáneos, es decir, aquellos que se adentraron por estas tierras, venidos de la madre Antioquia, a la búsqueda de mejores horizontes. Ya, verbigracia, desde el año 1817 se manifestaron las primeras intenciones de fundar un pueblo en el mismo sitio que hoy ocupa Salamina. En efecto, en memorial dirigido por don José Antonio Jaramillo Ruiz al gobernador intendente, solicita a éste, permiso para dirigirse a Sabanalarga, acompañado de varias familias, para fundar allí un nuevo pueblo. De las señales que aporta el señor Jaramillo Ruiz, deduce, con muy buen sentido, el historiador Guillermo Duque Botero que el sitio de Sabanalarga coincide con el de la actual ubicación de Salamina. De modo que bien podríamos considerar este documento, a pesar de haberse denegado su solicitud original, porque iría a afectar los intereses de la incipiente población de Sonsón, como la carta de naturaleza de Salamina.

Y, entonces, ¿cuál es la fecha exacta de fundación de Salamina? En nuestro concepto, no podría precisarse con exactitud; como ocurre con todas las fundaciones que fueron producto la colonización antioqueña; y que se organizaron en su gran mayoría, como un impulso de creación colectiva, alrededor de una célula económica vital, tal como las denominadas fondas camineras. Fueron, por lo tanto, una obra de los colonizadores, exponentes de aquel tipo de colonización tipificada como espontánea, aunque, después, el reconocimiento legal de las fundaciones, usurpara y se sobrepusiera sobre el esfuerzo de creación, anterior a ese reconocimiento. Es precisamente, lo que viene ocurriendo con Salamina, en la que se trata de hacer coexistir la fecha de erección en Parroquia, hecho jurídico logrado a instancias del doctor Aranzazu, en guarda de sus propios intereses, con el acto mismo de fundación; de todas maneras, un proceso, cumplido con antelación. Y en el que tuvieron bastante que ver la lista de colonizadores espontáneos, que los aporta don Juan Bautista López, en su admirable Monografía de Salamina, capitaneados por el intrépido colonizador, y éste sí fundador de pueblos, don Fermín López.

Estos apuntes tienen, pues, la finalidad de dejar sentado ante las nuevas generaciones, nuestra justificada oposición, compartida con coterráneos tan ilustres como el doctor Alzate López, de que se continúe consumando, sin gracia de discusión, el exabrupto de considerar como fundador de Salamina a quien, por el contrario, se constituyó en un obstáculo para la gesta colonizadora.

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