La Tarde de María La Parda
La tarde de los niños de Salamina
Desde 1975 los niños se Salamina salen el 31 de octubre en alegre caravana desde el Cuartel de Bomberos con dirección al Parque de Bolívar para celebrar su fiesta, tarde María La Parda. Los niños recorren las calles disfrazados de Supermán, de Batman, de abejas Maya, de diablos, de duendes y piratas, cantando: “María La Parda, María La Parda, bruja de aquí, no tuvo dulces. no tuvo dulces nosotros sí”.
Mientras los niñitos acompañados de sus padres recogen la cosecha de dulces, los payasos llevan un rato de felicidad a muchos chiquillos de hogares agobiados por el desempleo y la pobreza. Al fin María La Parda se está reivindicando de su mala vida y está haciendo algo bueno.
Fue la antropóloga Amparo Isaza Serna, directora de la Casa de la Cultura, cuando quiso reivindicar lo autóctono y darle otra dimensión al día de las brujas copiada a los norteamericanos. La antropóloga buscó ideas en el variado folclor salamineño y rescató el recuerdo de una extraña ermitaña, buscadora de oro a quien la imaginación popular vistió de bruja en las soledades alturas de San Félix, y fue así como nació La Tarde de María La Parda o día de los niños en Salamina.
Conozcamos la Leyenda
Leyenda de María La Parda
Por: Antonio Mejía Gutiérrez
En lo más alto de las montañas de los andes vivía una mujer bella y ambiciosa que se llamaba María la Parda. En su deseo de riqueza se caso con un hombre muy rico y poderoso que llamaba Juan Bermúdez. Bermúdez era dueño de grandes extensiones de tierra, grandes haciendas que iban por los municipios de Salamina y Marulanda, donde las ovejas tienen los ojos dulces y húmedos, tenia briosos caballos, muchas mulas, bosques, cultivos, minas, ganados y máquinas.
Eran ricos y poderosos; y como María la Parda era además muy bella, eran envidiados, admirados y famosos. Sin embargo María la Parda quería tener más y más riquezas; y una noche negra como el alma de los avaros, María la Parda decidió venderle el alma al diablo a cambio de más riquezas de más poderes y de más belleza a cambio de su alma. El diablo le entrego un baúl de plata toitico lleno de monedas de oro que nunca se vaciaba del todo. María la Parda sacaba y sacaba monedas pero el cofre nunca se veía vacío, María la Parda también persuadió a su marido para que el le vendiera su alma al diablo. Juan Bermúdez como amaba a su esposa y también a la riqueza, ni corto ni perezoso le vendió su alma al diablo.
El Diablo muy contento por esta decisión les entrego dos legiones de demonios para que ellos no tuvieran que pagar trabajadores.
Los demonios se encargaban de arriar el ganado, manejar las máquinas, cultivar la papa y el maíz, sacar la madera de los bosques, ordeñar las vacas y encerrar los terneros. Las legiones de demonios al servicio de María la Parda y Juan Bermúdez hacia, pues, todos los oficios. Así fue que María la Parda y Juan Bermúdez fueron los más ricos de las montañas de los Andes.
Pero la sed de riquezas no se apagaba nunca. María la Parda y Juan Bermúdez querían tener más tierras, más ganados, más cultivos, más bestias, más bosques y sobre todo más dinero. Mandaron entonces a los demonios para que espantaran a los campesinos pobres, asaltaran a los arrieros y robaran a los viudos.
Esto no lo soportaba ni el mismo Diablo y por eso en una noche de tormenta y negra como el alma de los avaros, el Diablo vino por ellos; se los llevo en cuerpo y alma para los infiernos, donde ahora se encuentran.
En las tardes de lluvia y en la noches de luna, los campesinos de la región se reúnen para conversar y a veces se preguntan donde quedaría el baúl de plata lleno de monedas de oro que el Diablo le regalo a María la Parda. ¿ Dónde quedaría escondido el baúl que nunca se vacía por completo ?
Naturalmente también Meloy se enteró de la existencia del baúl y emprendido camino hacia las montañas de San Félix en busca de aquel tesoro, lo vieron las estrellas en Morro Plancho, lo sintieron en los pajonales del Páramo, en los bosques de Palma de Cera por poco sorprende a los duendes y a los enanos que andaban por haya de paseo. Después de mucho buscar y buscar en la serranía de Marulanda, donde las ovejas tienen los ojos dulces y húmedos. Meloy se encontró en frente de una cueva enorme.
Cuando Meloy se dispuso a entrar a la cueva salieron de allí millones de murciélagos; tanto que encubrieron el cielo, entonces Meloy salió corriendo en pura berraca y nunca pudo volver a la cueva en la serranía de Marulanda donde las ovejas tienen los ojos dulces y húmedos.
Nota del Desarrollador: Las cuevas a que hace referencia la leyenda son llamadas “Las Cuevas de Bermúdez” o “Cuevas de Grecia” situadas en la finca “La Grecia” antigua propiedad de Eleuterio Gómez y posteriormente de uno de sus hijos Aristobulo Gómez García.