Por Ángel María Ocampo Cardona
Presidente de la Academia Caldense de Historia

El sacerdote Horacio Gómez Orozco ha dedicado su vida al servicio de Dios, desde el altar y desde la academia. Sobre su primer escenario no es necesario hablar aquí. Basta decir que en la actualidad es Vicario Episcopal para la Pastoral de la Cultura; Canónigo Teologal de la Catedral Basílica Metropolitana de Manizales; Director de los Museos de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Manizales; Postulador de la Causa de Canonización del Siervo de Dios, Padre Luis María Zuluaga y Vice-Prior de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. Aquí queremos referirnos al segundo escenario, en el que se instala su última publicación: “Fundadores de Pueblos y Ciudades: Los Gómez de Castro Ha-Levi Abulafia”.

El Gómez es un apellido que en Colombia ha dejado huella. Y, por supuesto, ha hecho historia. Por donde quiera que uno camine se encuentra una persona que lleva este apellido. Presidentes, cardenales, artistas, industriales y hombres de ciencia lo llevan. ¿De dónde proviene el apellido Gómez? Algunos genealogistas dicen que su origen es vasco. Señalan, inclusive, que significa altura del monte. Sostienen que el primer Gómez llegó a Colombia en 1563, y que se estableció en Santa Marta. Se llamó Alonso Gómez de Castro. Según Luis Duque Gómez, todas las personas de este apellido que viven en Colombia son descendientes de Cristóbal Gómez de Castro, un español que llegó a Santafé de Antioquia por los tiempos de la conquista, procedente de Toledo.

En esta obra hay largo aliento investigativo. El sacerdote, guiado por la idea de que las familias Gómez que hoy adornan las sociedades de muchos pueblos de Colombia, en especial los que resultaron de la colonización antioqueña del siglo XIX, proceden de un mismo tronco asentado en Marinilla desde los tiempos de la fundación de esa importante población, y que además constituyeron el elemento central de los procesos fundacionales de los pueblos colonizados por Antioquia, se remonta hasta los orígenes mismos del apellido.

Todos los Gómez de Castro que en Colombia existen, según sus investigaciones, son descenfientes de judíos de la península ibérica, conocidos como sefarditas. Como los reyes católicos promulgaron el 31 de marzo de 1492 un decreto para expulsar a los judíos de sus reinos en Castilla y Aragón, para no expulsarlos fueron obligados a convertirse al cristianismo. Quienes tenían el apellido Ha-Leví Abulafia tomaron entonces el de Gómez de Castr0; ; son descendientes de la dinastía Julio-Claudia, de Roma, y los encuentra en la tribu de Leví, de donde provenía María la madre de Jesús, el mesías del cristianismo, además de emparentados con el Rey Salomón . Y el descubrimiento lo hace, no guiado por un ímpetu de vanidad, sino apoyado en documentos, genealogías y pesquisas que, durante más de 60 años, desde su temprana juventud, ha venido desarrollando en archivos parroquiales y notariales, museos y universidades, no sólo de Colombia sino de todo el mundo, especialmente de Europa, del mismo Jerusalén y del Vaticano.

Para llegar a tan importante conclusión, el Padre Gómez Orozco consulta a historiadores tan célebres en el campo de la genealogía como Rodrigo Escobar, Luis Duque Gómez, Gonzalo Salazar Arbeláez, Adalberto Mesa Villegas, Daniel Mesa Bernal, Gustavo Patiño Duque y Guillermo Duque Botero, en Colombia, así como al canónigo José Gómez Menor y Carmen Vaquero Serrano en Jerusalén, además de todo el acervo documental conocido en torno al tema de la colonización antioqueña, las monografías de los municipios de Antioquia, Valle del Cauca y el Eje Cafetero y un inmenso número de publicaciones en la prensa, en revistas literarias y artículos especializados en universidades, academias y centros de historia del país y de Europa. La obra en sí, es el compendio de lo que ha sido toda una vida dedicada, desde la infancia hasta la madurez, a la búsqueda insaciable de las expresiones del arte, la arqueología, la genealogía y la historia.

No obstante, como quiera que el tema de la investigación hubiese sido inasible de no haber tenido el Padre Horacio la sagacidad de delimitar su indagación a la descendencia de uno sólo de los troncos ancestrales de la familia Gómez de Antioquia, el autor se centra en los herederos directos de Cristóbal Gómez de Castro, llegado de Toledo a Santa Fe de Antioquia y radicado en el sitio de La Tasajera, antes de la fundación de Medellín. Así nos explica que el primer Gómez de Castro llegó a Colombia en Santa Marta en el año 1563 y que de allí pasó a Santa Fe de Bogotá, Tunja, Santander y Pasto, ciudad esta última donde en 1575, Alonso Gómez de Castro se posesionó como alguacil mayor del gobernador, según los estudios del historiador Emiliano Díaz del Castillo. Es desde aquí, que la sangre de los Gómez llega al oriente de Antioquia, al viejo cantón de Marinilla, desde donde a su vez se irriga a todas las poblaciones fundadas en el actual Eje Cafetero y el norte de los actuales Departamentos del Valle y Tolima.

El Pbro. Horacio Gómez Orozco hace un estudio detallado de la cronología del pueblo de Israel, siguiendo a Bishop, Usher, Hales, Palmer y otros cronologistas famosos, para demostrar que los Gómez de Castro venidos a Colombia en el siglo XVI, son descendientes de la tribu sacerdotal de Leví, una de las doce grandes familias fundadas por Jacob hijo de Isaacs y nieto de Abraham. Parte así del estudio del pueblo bíblico fundado por Abraham, continúa con Moisés, avanza al período de los Reyes, se detiene en Salomón, sigue con Herodes Antipas, Vespaciano en Judea, habla del sitio de Jerusalén por el ejército de Tito en el año 70, se refiere a la caída del Templo, llega al análisis de la segunda diáspora, vuelve a detenerse en el estudio de la tribu de Leví y del sacerdocio judaico hasta desembocar en la llegada de los judíos a la península ibérica. Aquí estudia la personalidad de Salomó ha-Leví Obispo de Burgos y de Samuel ha-Leví Abulafia, administrador de las finanzas del caballero portugués Juan Alfonso de Alburquerque y del rey Pedro I de Portugal. En lenta y paciente urdimbre, nuestro autor nos va llevando de la mano hasta la llegada en el siglo XVI, del primer Gómez a Colombia, demostrando que es un Gómez de Castro venido de la sangre de la misma tribu sacerdotal a la que pertenecieron los padres y abuelos de María la madre de Jesús de Nazaret.

Uno de los aspectos que más entusiasman al abordar la amena lectura de esta obra del Padre Horacio Gómez Orozco, monumental por su contenido y por el lujo de su presentación editorial, es el recorrido minucioso que se hace por los municipios y ciudades de Antioquia, Valle, Tolima y Eje Cafetero para mostrar con nombres propios la lista de los Gómez que se encuentran diseminados por los territorios de Colombia, haciéndole honor a una familia de origen divino, lo que explica la condición de prosperidad, empuje y emprendimiento que los caracteriza. Con honradez intelectual, el Padre Horacio les da los respectivos créditos a historiadores, académicos e intelectuales que, a través de libros escritos por décadas y siglos, contribuyeron a darle forma al relato que ahora él ha compuesto con verdadera vocación historiográfica y exquisita erudición.

“Fundadores de Pueblos y Ciudades: Los Gómez de Castro Ha-Levi Abulafia” es un libro diseñado en elegante y lujoso formato, obra del ingenio artístico de Jorge Hernán Arango Vélez. Cuenta con un prólogo escrito por el académico Albeiro Valencia Llano, el más idóneo historiador con que cuenta en la actualidad la región caldense y está profusamente ilustrado con láminas a todo color que muestran imágenes de personajes, lugares, obras de arte, árboles genealógicos, mapas, galerías de obispos, sacerdotes y grupos familiares que datan de varios siglos atrás.

El título del libro es preciso para un texto que nos lleva por los caminos de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda para conocer su idiosincrasia, su arraigada fe católica y esa forma de ser de quienes hemos tenido el privilegio de nacer en una zona con sabor a café. Los datos sobre la fundación de cada pueblo nos permiten entender que en esa migración que produjo la colonización antioqueña muchos Gómez arrearon mulas para levantar en terrenos de geografía quebrada sociedades con principios y valores. De Jericó hasta Salamina, de Marinilla a Aranzazu, de Santuario a Manizales, de Abejorral a Santa Rosa, de Sonsón a Samaná emigraron cientos de antioqueños para hacer vida económica y social en tierras que necesitaban manos para lograr el desarrollo como centros agropecuarios.

Para escribir ‘Fundadores de pueblos y ciudades’, que comienza contando parte de la historia del pueblo de Israel, monseñor Horacio Gómez Orozco no solo recorrió los lugares santos para buscar las raíces del apellido Gómez, sino que buscó en los pueblos de Antioquia y el Eje Cafetero los archivos que le permitieran establecer cómo en el proceso de fundación de muchas de esas poblaciones siempre hubo un Gómez. Y encontró que la descendencia de Cristóbal Gómez de Castro hace presencia no solo en el proceso fundacional, sino que gran parte de las autoridades eclesiásticas y civiles de la época provienen de su tronco. En los pueblos de Antioquia siempre un Gómez impulsó la construcción de una iglesia, o donó el terreno para levantar una escuela, ha ejercido como párroco o ha sido alcalde.

Monseñor Horacio Gómez recorrió la geografía de estos departamentos para estructurar un libro que muestra cómo una raza emprendedora no se arredró ante el peligro de desbrozar montañas para fundar pueblos. En las monografías escritas por ciudadanos desconocidos para el común de la gente encontró información que le permitió saber que siempre un Gómez formó parte de las expediciones que partían con un hacha en la mano para tumbar monte. Así sabemos que en El Santuario, un pueblo levantado en tierras que fueron de una descendiente de Cristóbal Gómez de Castro, cinco párrocos pertenecieron a su estirpe. Lo mismo en Rionegro. Y que uno de los primeros pobladores de Medellín fue este ciudadano español que se estableció en La Tasajera, el sitio donde fue fundada la ciudad.

‘Fundadores de pueblos y ciudades’ nos enseña a los colombianos cómo un apellido hace presencia en todos los rincones de la patria, participando quienes lo llevan en procesos fundacionales y en el desarrollo de muchas regiones. Pero también nos muestra quienes de los que llevan el Gómez han pasado a la historia por su papel protagónico en acciones que fueron definitivas para definir nuestro destino como país. Revela, por ejemplo, que José Joaquín de Hoyos Gómez, descendiente directo de Cristóbal Gómez de Castro, fue ejecutado por el pacificador Pablo Morillo en el parque Santander, de Bogotá. Y que el sacerdote Francisco Javier Gómez de Castro participó en el Cabildo Abierto de Santafé de Bogotá el 20 de julio de 1810. Este levita, que era rico, ayudó a Bolívar en la campaña libertadora.

¿Qué otros ciudadanos de apellido Gómez han tenido preponderancia en la historia de Colombia? José Acevedo y Gómez, el tribuno del pueblo, fue el autor del Acta de la Independencia. Laureano Gómez Castro ejerció como presidente de la república. Pedro Nel Gómez dejó huella como pintor. Ricardo María Giraldo Gómez, descendiente directo de los Gómez de Castro, fue el fundador de Puerto Berrío. El capitán Antonio Gómez de Castro fundó a El Santuario. El primer alcalde de Granada fue Juan de Dios Gómez de Castro. Revela con buen estilo literario que Juan Vicente Gómez, el dictador venezolano, era descendiente directo de José Gómez de Castro.

Los Gómez de Colombia van a sentirse muy honrados con esta publicación. Y los que infortunadamente no llevamos este patronímico, nos deleitaremos aprendiendo la historia del pueblo bíblico, admiraremos la presencia de esa sangre predilecta en nuestro territorio y emprenderemos seguramente la tarea de rastrear nuestros ancestros para encontrar al menos un rasguño en nuestras venas de la estirpe de los escogidos.

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