Timoteo, Chismes en la Cigarra – Nuestra Entrega post Bicentenaria

¡Ay, mijitos, prepárense que hoy los chismes en La Cigarra vienen más candentes que arepa en brasa! Aquí les habla su fiel y venenoso Timoteo, el que lo ve todo y lo cuenta sin pelos en la lengua. ¡Agárrense que esto empieza!

¡Se acabó la rumba, Fermincito!

Sí señores, se terminó la carpa, se apagaron las luces, y cerraron las tarimas. La fiesta del Bicentenario se acabó, y con ella también el show de nuestro querido Fermincito, el Manuel de todos los abrazos y discursos vacíos. Pero eso sí, como buen actor principal de esta novela, el alcalde no perdió la oportunidad de robar cámara hasta el último minuto. ¿Lo vieron? Muy serio, muy emperifollado, caminando tieso y parejo por la Calle Real durante el desfile central, como si él solito hubiera fundado Salamina hace 200 años.

Y la cereza del postre… ¡lo pillamos! Sí, sí, lo vimos con estos ojos que se han de comer los gusanos, dándose un abracito apretao, pero de esos bien sabrosos, con su jefe político: el siempre oportuno (cuando hay votos de por medio) congresista Octavio Cardona. En plena calle, en medio del desfile, como si eso fuera tarima de mitin. Un saludito apretado, de esos que dicen «aquí mando yo», mientras la banda tocaba, los niños desfilaban y el pueblo apenas entendía qué hacía ese abrazo politiquero en una fiesta que se suponía era para todos.

¿Será que Fermincito está pensando en el salto a la asamblea, o mejor aún, en una alcaldía 2028 Porque esos saluditos con padrino en plaza pública no son gratuitos. Ay, Manuelito, vos no das puntada sin dedal, pero que te vimos, te vimos… Y aquí en La Cigarra, donde el que no corre, vuela, no se nos escapa ni una.

¡Ay mijitos, escuchen este que me tiene con el moño parado y la lengua afilada!

Resulta que al que les habla, Timoteo de Chismes en La Cigarra, el señor administrador de la página de facebu Notisalamina —que se cree el Zuckerberg de las niguas— me mandó pa’ Pácora. ¡Sí, como lo oyen! Que porque según él los chismosos son de allá. ¿Pueden creer semejante atrevimiento?

¡Uy no, qué tal este señor creyéndose de mejor familia! Como si él no supiera que el chisme bueno, el chisme de calidad, el que huele a verdad y a candela, ¡ese nació aquí mismito en Salamina! Entre taza de café, vecina en bata y portón entreabierto. ¿Y ahora viene a decirme que me largue pa’ Pácora? ¡Por favor! ¡Con lo bien que me quedan los chismes en este pueblo lleno de historias jugosas y personajes de novela!

Además, que no se le olvide al señor Notisalamina que cuando él no sabía ni cómo ponerle filtro a una foto, yo ya estaba sacando verdades como pepitas de granada. Y sin cobrar un peso, solo por amor al desorden. Así que que no se me venga a dar aires de nobleza digital, porque si vamos a hablar de chismosos, ¡que se revise el historial de mensajes privados!

Y ojo, yo a Pácora voy cuando quiero, porque allá también hay tela pa’ cortar y lengua pa’ morder, pero que me manden desterrado como si yo fuera plaga… ¡jamás! ¡Timoteo no se exilia, Timoteo se multiplica!

¡Ay, mis amores! Les tengo el chisme más fresco que empanada de esquina con estas cosas se le saca filo a la lengua y al dedo señalador! 🎭

Salamina, mi gente, dejó de ser la “Ciudad Luz” y se nos volvió la Chiflada City, así como lo oyen, con sede oficial en la carrera 7 con calle 5. ¡Ese antro disfrazado de caseta que le chupa la vida al barrio! Pero esperen… ¿saben quién es cliente fiel, de esos que no fallan ni aunque llueva aguapanela caliente? ¡Nada más y nada menos que Fermincito, el alcalde de todos los tragos!

Dicen que allí se toma su amarillo bien frío, se acomoda entre bambucos mal entonados, y se le olvida que tiene un pueblo sin dormir, calles cerradas, y vecinos que no saben si ponerse tapones o rezar el rosario pa’ poder descansar. ¡Pero eso sí! Con su amarillito en mano se siente rey de la Chiflada, patrón del espacio público y socio honorario del desorden.

Y mientras él brinda y abraza a medio mundo, los que vivimos cerca no pegamos un ojo. ¡Porque esa caseta no es un bar, es una discoteca con fuero! Tienen más privilegios que el Palacio Rosado, cierran las vías cuando les da la gana y al que se queje… lo mandan pa’ Pácora, ¡como me querían mandar a mí!

¿Y la ley? Bien, gracias. Aquí la única norma que vale es: si sos amigo del poder, podés hacer lo que te venga en gana. Eso sí, los demás: ¡calladitos! Porque si protestás, te tildan de amargado. Pero los que andan armando el Festival de la Impunidad, con guaro, bambuco y parranda hasta las 6 a.m., esos sí son los “emprendedores culturales”.

¡Ay ay ay, mis cielos! Pónganse cómodos porque este chismecito viene con resolución leída, nombre propio y tufillo a conflicto de interés del tamaño de la torre de la iglesia.

Resulta que Fermincito, el mismo de los abracitos en desfile y amarillos en La Chiflada, se fue el domingo condecorador loco, repartiendo reconocimientos como quien reparte volantes en día de desfile. ¡Pero vea pues lo que pasó! Entre tanta entrega simbólica y aplausos prefabricados, va y se le ocurre subirse a la tarima para leer en voz alta, completica, una resolución de reconocimiento… ¡a su propia madre, doña Germania!

Sí señores, ¡a su propia madre! Hasta ahí uno respira hondo y dice: bueno, amor de madre, gratitud, figura materna… ¡pero espere! Que no paró ahí. Como si la cosa no oliera ya a autobombo con banda municipal, también le dio reconocimiento a la niña Luna Quiñones Peláez.

¿Y quién es Luna? Pues agárrese de la silla: la hija de la secretaria privada del alcalde, la muy visible, muy activa y muy cercanísima Lina Peláez. ¿Cómo le quedó el ojo?

O sea, el señor alcalde se leyó con toda solemnidad una resolución hecha por él mismo, en la que reconoce a la hija de su funcionaria más cercana… ¡en plena tarima y ante la mirada atónita del pueblo! Si eso no es clientelismo con moño de colores que venga la Procuraduría y lo diga.

¿No se supone que cuando uno está en el poder no puede favorecer directamente a sus familiares o a los de su círculo más íntimo? ¡Uy, ahí se le apagaron las luces a Fermincito! Le faltó quien le soplara al oído: «Alcalde, eso se llama conflicto de interés y se ve feo, feísimo…»

Claro, después quieren que uno no hable, que uno no chismee. Pero cómo no hacerlo si el reconocimiento terminó siendo una fiestica privada en tarima pública. ¡Que no nos crean tan pendejos, por favor!

Y aquí le dejo esos dos tintos bien cargados, sin azúcar y con goticas de verdad:

Reconocimiento a mamá: puro amor filial con aroma a politiquería.

Reconocimiento a la hija de la secretaria: ¡tarima, resolución y todo! Dicen que hasta hubo lágrimas de emoción… o de indignación de los que sí se han fajado por Salamina y nunca les dan ni una estrellita en el cuaderno.

¡Ay no, mis cielos! ¡Agárrense la peluca porque esto no es chisme, es un terremoto de vergüenza institucional con aplauso grabado y decorado de cartulina mojada!

Resulta que en las pomposas —y ahora tristemente famosas— fiestas del Bicentenario, a alguien en la alcaldía se le ocurrió hacerle un homenaje póstumo al profe Edisson Castaño, un señorón, concejal respetado, educador de los buenos. Hasta ahí, todo muy lindo, uno hasta se empeluca y se arregla pa’ ir. Pues el hijo del profe fue con toda la familia, ¡imagínense el honor y la emoción! Pero ¡zas! A las 3 de la tarde del mismo día, ¡le llaman por teléfono y le cancelan el homenaje! ¡Así, sin anestesia! Que dizque después en el Concejo. ¿Y mientras tanto? ¡Qué pena tan hijuemadre!

¡Pero eso no es todo, chismosos de corazón! En la misma semana invitaron a otro poco de gente —¡sí, a más de uno!— al Club Chamberí con el cuento de que iban a reconocerlos públicamente. Y allá fueron, todos perfumados, con mejor pinta que jurado de reinado. ¿Y qué pasó? ¡Nada! Solo sirvieron de coro de aplausos para los elegidos por el dedito mágico del alcalde y sus amiguis. Los demás quedaron con la mano estirada y la nariz más larga que mentira de amante.

Y de ñapa: el alcaldito Fermincito, que parece más animador de kermés que mandatario, se gastó toda la semana en discursos reciclados y farra sin fondo. No hay una sola obra seria para mostrar, pero ¡uy papá! Fiesta, humo y disfraz, eso sí sobró.

¿Y el comité probicentenario? Otra joya. Cancilleres sin corona, que no organizaron ni una rifa bien hecha, pero sí cobraron sabrosito y posaron duro para el Facebu. Todo lo taparon con ese aviso maluco de “Programación sujeta a cambios”, como si eso fuera excusa para tanta chambonada y burla pública.

Desde este rincón de la chismografía crítica y sin miedo, hacemos un llamado urgente a los entes de control: revisen bien qué se firmó, qué se ejecutó y en qué bolsillo cayeron los contratos del Bicentenario, no vaya y sea que el verdadero show apenas esté por empezar.

Y como dice la competencia del San Fernando: «Renata saluda, pero Timoteo responde: aquí hay chisme pa’ rato y pólvora sin explotar…»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *