Salamina: El Susurro de Dos Siglos Bajo la Luz de la Memoria

Es admirable el esfuerzo que se ha desplegado en la meticulosa programación de los festejos. Se han dispuesto con esmero una variedad de eventos culturales, sociales y deportivos, y es justo reconocer y felicitar al alcalde y a todo su equipo de trabajo.

Por Eleuterio Gómez Valencia – Jefe de Redacción La Revista

En el corazón vibrante del Eje Cafetero colombiano, donde las montañas se alzan como guardianes silenciosos de un pasado rico y fecundo, se alista Salamina para celebrar un hito trascendental: su bicentenario. No se trata de una mera cifra que marca el paso del tiempo, sino de un latido que resuena con fuerza en cada rincón de esta emblemática ciudad. Un latido que palpita en las calles engalanadas con floridos balcones, testigos de innumerables pasos y susurros de antaño; en los muros encalados que han guardado celosamente los secretos de amores apasionados y luchas libertarias; y en las bibliotecas, donde el aroma a papel añejo se mezcla con la esencia de las palabras que han moldeado su identidad.

Salamina, conocida con el evocador apelativo de «La Ciudad Luz de Colombia», no debe su brillo a la mera refracción del sol sobre sus tejados de barro, sino a una luminosidad intrínseca, emanada del espíritu de sus habitantes. Aquí, entre la neblina que danza sobre los cafetales y el inconfundible aroma que emana de sus granos, han florecido generaciones de almas inquietas, encendiendo faros de pensamiento, arte y una resistencia forjada en la tenacidad y el amor por su tierra. Este legado, que ahora alcanza su bicentenario, se erige como un espejo que refleja su historia y una brújula que guía su rumbo hacia el futuro.

Un bicentenario para una ciudad que ha hecho de la cultura su razón de ser, su aliento vital, trasciende la mera conmemoración. Es, en esencia, comprender que dos siglos no representan un punto final, sino un verso más en un poema que se escribe y se recita eternamente. En cada salamineño late el legado de aquellos que forjaron los cimientos de esta tierra: el humilde herrero que, con el sonido rítmico de su martillo, forjó no solo herraduras sino también versos que resonaban en el alma popular; la abnegada maestra que, con la paciencia de quien siembra en tierra fértil, enseñó a leer y escribir bajo la tenue luz de una lámpara o la persistente lluvia; y el médico que, en cada paciente, veía no solo un cuerpo doliente, sino un poema frágil y vulnerable a los embates de la vida.

Al caer la tarde, cuando el sol pinta de oro los balcones coloniales, es fácil imaginar a los ancestros de Salamina caminando junto a los vivos. Sus pasos se funden en un ritmo ancestral: el abuelo que, sentado junto al fuego crepitante, narra los mitos y leyendas indígenas que han pasado de generación en generación; la niña que, con la agilidad propia de la juventud, sube un video a TikTok mostrando con orgullo los pasillos en honor a las bellas salamineñas , testimonio vivo de su rica tradición musical; y el historiador que, en el silencio de un archivo polvoriento, descubre una carta amarillenta donde un soldado de 1850 confiesa su temor a la muerte, no por la guerra en sí, sino por no haber terminado de escribir su novela, un anhelo que trasciende el tiempo y la contienda.

Salamina, Ciudad Luz, no teme a las sombras del futuro porque sabe que su lumbre, alimentada por la pasión de sus poetas, la dedicación de sus médicos, la sabiduría de sus campesinos filósofos, es inextinguible. Sus dos siglos no son un monumento estático, sino una semilla que continúa germinando, nutriéndose de la historia y proyectándose hacia el porvenir. En este cruce entre el ayer y el mañana, sus habitantes siguen escribiendo la más hermosa de las historias: aquella que demuestra que un pueblo, cuando cultiva su alma con esmero y devoción, tiene la capacidad de iluminar el mundo con su ejemplo y su legado.

Desde esta lejana Patagonia, donde el viento austral susurra historias de navegantes y exploradores, y con la mirada fija en la pantalla que me conecta con mi tierra natal, contemplo con una mezcla de nostalgia y profunda alegría el anuncio de lo que se ha denominado la «Marca de Ciudad». Este evento, que marca el preludio de la celebración del Bicentenario de nuestra amada Salamina, la entrañable «Madre de Pueblos», despierta en mi un torrente de emociones.

La nostalgia es inevitable, pues la distancia física se siente más profunda en fechas tan significativas, cuando la historia de nuestro pueblo cobra vida con una intensidad aún mayor. Sin embargo, la alegría prevalece, pues es un privilegio ser testigo de este momento histórico, aunque sea a través de los confines de la tecnología, que si bien acorta las distancias físicas, nunca podrá reemplazar la calidez y el arraigo que emana del terruño.

Es admirable el esfuerzo que se ha desplegado en la meticulosa programación de los festejos. Se han dispuesto con esmero una variedad de eventos culturales, sociales y deportivos, y es justo reconocer y felicitar al alcalde y a todo su equipo de trabajo. La comunidad de Salamina y San Félix ha esperado con gran expectación este anuncio durante semanas, anticipando con entusiasmo la celebración de tan importante efeméride.

Aunque en el pasado he expresado mis críticas a ciertas decisiones y gestiones, siempre lo he hecho con la convicción de que el debate constructivo y la diversidad de opiniones son pilares fundamentales para fortalecer la democracia y fomentar el desarrollo de nuestro querido municipio. Sin embargo, también reconozco con sinceridad y aplaudo la dedicación y el empeño con los que se ha preparado esta celebración del Bicentenario, un acontecimiento que, sin duda, marcará un hito significativo en la rica historia de nuestra tierra.

Es importante destacar que algunas iniciativas que se están llevando a cabo son valiosas y merecen ser complementadas y potenciadas para lograr su máxima eficacia, dejando de lado cualquier atisbo de politiquería o prácticas de contratación cuestionables. No obstante, el Bicentenario no puede reducirse a una simple agenda de actos y celebraciones efímeras que se desvanecen con el paso del tiempo. Existe algo más profundo, más trascendental, que debemos rescatar y honrar en esta ocasión histórica.

En meses anteriores, tuve el honor de proponer un proyecto ambicioso denominado «Salamina 200 años». Este proyecto visionario contemplaba la invaluable tarea de rescatar y dar visibilidad a todos aquellos personajes ilustres que han forjado la rica historia de nuestro municipio, proyectándolos en el tiempo para que sus legados no queden relegados al olvido o confinados a las páginas polvorientas de bibliotecas privadas. Lamentablemente, a pesar de la trascendencia y el valor de su contenido, este proyecto fue desatendido por la administración municipal.

Es innegable que existen innumerables libros, manuscritos y documentos históricos que reposan en manos de sus autores o se encuentran resguardados en anaqueles, inaccesibles para el público en general. La esencia de la propuesta plasmada en aquel documento era fortalecer la plataforma web salamina.com.co, con el objetivo de digitalizar la mayoría de estos valiosos textos y ponerlos a disposición del mundo entero a través de la red, garantizando así que el conocimiento y la sabiduría de nuestros antepasados estuvieran al alcance de todos.

Asimismo, se propuso que esta misma plataforma web sirviera como un espacio de homenaje y reconocimiento a la gran mayoría de personajes históricos que han dejado una huella imborrable en nuestro municipio, publicando detalladas reseñas biográficas que permitieran que sus legados perduraran y fueran conocidos por las generaciones presentes y futuras. Otro aspecto crucial de esta iniciativa era la inclusión de perfiles de la gente contemporánea, bajo la denominación de «Gentes del Bicentenario», destacando a líderes, emprendedores y personajes sobresalientes que actualmente contribuyen al desarrollo y la identidad de nuestro municipio. De igual manera, se planteó la publicación de una sección dedicada a las «Construcciones Patrimoniales», donde se mostrarían las principales edificaciones representativas de nuestro centro histórico, acompañadas de su historia y detalles arquitectónicos.

Salamina no ha alcanzado sus doscientos años por mera casualidad o inercia. La historia de nuestra ciudad ha sido forjada con el esfuerzo, la visión, la valentía y el sacrificio de hombres y mujeres que, con determinación, impulsaron su desarrollo a lo largo del tiempo. Líderes visionarios que guiaron su destino con firmeza a través de los años, enfrentando desafíos y construyendo el prestigio y el reconocimiento que hoy Salamina ostenta con orgullo. Los títulos de «Ciudad Luz» y «Madre de Pueblos» no son meras etiquetas vacías ni adornos retóricos; son la expresión de un legado invaluable que no podemos permitir que se pierda en el laberinto del tiempo ni se diluya en la fugacidad de las redes sociales.

Es imperativo recordar y agradecer a aquellos que, con su incansable labor y dedicación, sentaron las bases sólidas de la Salamina que hoy celebramos. Su memoria no debe quedar relegada a viejas crónicas empolvadas ni a páginas olvidadas en libros que rara vez se abren. Debemos rendirles un merecido homenaje, reconociéndolos como parte integral de nuestra identidad colectiva, porque en ellos reside el alma y el nervio vital de nuestra rica historia.

El Bicentenario representa la oportunidad perfecta para rescatar esos nombres, para reconocer y valorar su legado, y para transmitir su ejemplo y su espíritu a las nuevas generaciones. No basta con celebrar; es fundamental reflexionar profundamente sobre quiénes somos como pueblo y cómo hemos llegado hasta este punto crucial de nuestra historia. Un pueblo que olvida su pasado corre el riesgo de perder su rumbo y su futuro. Por ello, Salamina merece perpetuar su historia con dignidad, gratitud y un profundo sentido de pertenencia.

Que las luces que iluminarán las calles y plazas de nuestra ciudad durante las celebraciones del Bicentenario también iluminen nuestra conciencia histórica. Que cada evento programado lleve implícito un acto de reconocimiento y gratitud hacia aquellos que nos precedieron y que contribuyeron a construir la grandeza de Salamina. Que el júbilo y la alegría de la celebración no nos hagan olvidar la esencia profunda de lo que conmemoramos: dos siglos de historia, cultura y resiliencia.

Desde esta lejana Patagonia, con el corazón siempre arraigado en las majestuosas montañas de Caldas, celebro con ustedes este hito trascendental. Y elevo un deseo ferviente: que Salamina, la eterna «Madre de Pueblos», continúe siendo un faro de cultura, tradición y progreso, irradiando su luz y su legado por muchos siglos más. Que el eco de sus doscientos años resuene en cada rincón, inspirando a las generaciones futuras a honrar su pasado y a construir un futuro aún más brillante.

6 respuestas

  1. Paisano, Eleuterio. Yo también tengo que ver Desde la distancia la celebración en Salamina. No significa que estemos ausentes. El proyecto me parece de la mayor trascendencia y creo que se debe poner sobre la mesa para desarrollar en adelante. Salamina también va a celebrar 300 años y ya hay que empezar a escribir esa historia. Cordial saludo.

    1. Gracias por su apoyo y por escribir este comentario, esto basta para darme cuenta que los equivocados son otros. He observado que siempre pone «Me gusta» a mis textos y esto agrada a los autores como yo.

      Gracias nuevamente en Contacto de la Revista esta el correo electrónico y numero del whats app escríbame por ahí, para enviarle mi libro digital «Crónicas y Otros Textos»

  2. Soy Luis Alberto arcila echeverri,tan niguatero como ninguno y duele ver que propuestas como las anteriores solo quedan en los anaqueles del deseo.
    Ya lo dijo en su carta al burgomaestre la señora Maureen Maya»no es parranda …es negocio…» y lo que va a llegar a los oídos de los salamineños será una burda sinfonía de abrazos y te quiero de manzanillo y politicastros para egos de gobernantes,pero nada que alivie el dolor de tantas familias sin hogar,sin empleo y nada que garantice su dignidad humana;porque la radiografía del pueblo siempre es la misma:
    En tiempo de verano o de invierno,por las calles y los bares noche y dia,está clavada a lo largo de mi pueblo
    Siempre la misma letal monotonía.
    Es ya una fotografía desteñido
    Es el diario y nocturno transcurrir
    De las mismas parejas que se besan,
    Y de las chicas que muy en secreto
    Cultivan amores que no se
    Confiesan…
    Es la misma vacuidad ,
    La misma gente que va siempre a la caza de lo intrascendente…
    Es lo que ya no queremos..
    Esa rutina de vida de la gente sin opciones.

    1. Luis Alberto mil gracias por darnos la razon de existir para ustedes y para nuestro pueblo. Por favor escriba o llame por whats app a este numero, necesito hablar con usted. +54 9 299 508 7158 – Espero tu llamada.

    2. El texto muestra el amor , imteres por resaltar lo bello de mi pueblo , sin enbargo las cosas no son como se ven o nos hacen creer ,la comunidad salaminela esta llena de incorformismo al ver q cada vez q sus dirigentes se olvidan de la comunidad en general , yo como salaminelo me pregunto , q se a hecho por mejorar la calidad de vida por nuestros cooterraneos en condiciones deplorables ? , o q plan tiene para superar la crisis de los jovenes con problemas de drogadiccion , q programa tiene para jenerar empleo ? , donde queda la conciencia de Barrios y subirvios con necesidad o es q acaso estos pertenecen a otros pueblos ? Donde queda la conciencia , donde esta ? Salamina en este momento es solo un nombre hermoso , por q realmente este pueblo se desmorona por q lamentablemente a nuestros dirigentes no les interesa creser y ayudar , solo les importa lucrar .

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