
¡Ajá, carajo! Aquí estoy otra vez, más vivo que el teatro que se cae a pedazos y más claro que los discursos envenenados del poder. Ya no escribo desde el Café La Cigarra —que también anda medio apagado— sino desde este rincón que no pide permiso ni da disculpas: El Rincón de Timoteo. Un espacio para decir las cosas como son, sin maquillaje, sin protocolo, y sin miedo.
A los que se ofenden fácil, les recomiendo agua de toronjil y que se vayan preparando, porque aquí no se viene a lamerle las botas a nadie. Aquí se viene a mirar de frente, a denunciar sin babas, y a defender lo que es del pueblo, aunque al alcalde le dé urticaria.
A los que siguen creyendo que Salamina es la ciudad luz, les digo: sí, pero con bombillos fundidos. Y a los que aplauden reinados mientras el teatro se pudre, les tengo noticias: la cultura no se corona, se construye.
Así que bienvenidos, queridos lectores y malquerientes. Timoteo está de vuelta, con lengua afilada y corazón de pueblo. Aquí no hay censura, hay verdad. Y si duele, mejor: eso significa que todavía sentimos.
¡Qué belleza de gestión la del modelito del palacio rosado! Se trajo el cuarto reinado del Paisaje Cultural Cafetero como si fuera la gran hazaña cultural del siglo, y resultó ser otro desfile de vanidades manejado por una agencia de modelos de Armenia. ¿Reinado del PCCC? ¡Ni cucas! Porque según la UNESCO, el Paisaje Cultural Cafetero lo conforman Caldas, Quindío, Risaralda y el norte del Valle, y eso que no todos los municipios. Son 51 municipios y 411 veredas, no 14 departamentos inventados para llenar pasarela. Pero claro, aquí nadie sabe cuánto se gastaron en esa nueva fiesta, porque la transparencia brilla por su ausencia. Eso sí, por fin pusieron a trabajar a la oficina de prensa, que durante el Bicentenario no transmitió ni el himno, pero para el reinado sacaron cámaras, drones, luces y hasta filtros. Nos contó Don Eleuterio que seguramente la dirección de esas transmisiones la hizo Wilman, su viejo amigo, profesional y buena gente, lástima que se pasó al lado donde no debía estar, porque recto sí es. Y mientras se gastan millones en coronas y lentejuelas, las casas del Playón y del Establo se están cayendo por la falla geológica, con familias enteras en peligro. ¿Y el teatro? Las fotos no mienten: abandono, vegetación, pisos podridos y paredes comidas por el monte. Todo eso dentro del mismo Palacio Municipal, y al modelito no le importa. Planeación, que debería estar mandando el dron que compraron con sobreprecio, ni aparece. ¿Para qué carajo se gastaron 20 millones en un dron si ni siquiera suben fotos al Facebook, y ahora al de moda, Instagram?
Y si vamos a hablar de la “excelente gestión” del modelito del palacio rosado, pues agárrese, porque esto no es gestión, esto es una payasada con presupuesto. Resulta que el señorito tiene como escudero a su querido “Pimbi”, ese lambón profesional, lacayo de Octavio Cardona, que se mete más de 30 millones anuales del bolsillo de todos nosotros, y nadie sabe qué carajos hace. ¿Será que le paga por aplaudirle los reinados? ¿Por decirle que se ve divino en las fotos? Porque gestión no es. Mientras tanto, el ancianato —sí, ese donde están nuestros viejitos, los que construyeron esta tierra— tiene que hacer rifas, vender empanadas y pedir favores para poder comprar papel higiénico. ¡Qué h…p… vergüenza!
Y como si fuera poco, el Congreso —ese nido de ratas bien peinadas— le dio al modelito un “reconocimiento honorífico” por su gestión cultural. ¡Honorífico mis huevos! Eso no honra a Salamina, eso nos insulta. Porque allá en Bogotá se reparten medallas como si fueran confites en velorio, bajo el lema “tú me condecoras, yo te condecoro, y así estamos a mano”. Politiquería pura, mafias disfrazadas de democracia, favores cruzados entre los mismos de siempre. ¿Y el pueblo? Bien jodido, como siempre.
¿Dónde está la gestión cuando el teatro se cae a pedazos y nadie mueve un dedo? ¿Dónde está la gestión cuando las casas del Playón y del Establo se están derrumbando por la falla geológica y ni siquiera mandan el puto dron que compraron con sobreprecio? Esto no es gestión, esto es una burla. Una burla con lentejuelas, con transmisiones en vivo, con reinados que no representan nada del verdadero Paisaje Cultural Cafetero. Porque no nos vengan con cuentos: esa denominación de la UNESCO incluye 51 municipios y 411 veredas, no una pasarela de modelos importadas; Cauca, Nariño, Huila y Caquetá además del Distrito especial de Cali y el corregimiento de San Félix quien les dijo que son Paisaje Cultural Cafetero. ¡No jodás! Aquí lo que hay es negocio, maquillaje, descaro y rumba que es lo que le gusta al alcalde. Y mientras tanto, el pueblo se hunde, el teatro se pudre, los viejitos hacen rifas, y el modelito se pasea con medallas que no se ha ganado.
Y qué decir del famoso matadero —o como lo llaman ahora, la Central de Sacrificio— que sigue cerrado por culpa de la “excelente gestión” del modelito. Nada que sale la bendita autorización del INVIMA, y mientras tanto, los ganaderos y campesinos de la región se joden, porque no tienen dónde sacrificar sus animales con dignidad ni cumplir con la ley. Ahí está el matadero, cerrado, oxidándose, y quién sabe si ya se lo está tragando el monte como al teatro. ¿Será que también hay que hacerle rifas para que lo limpien? ¿O será que están esperando que se caiga para montar otro reinado encima de las ruinas? Porque aquí lo que se mueve es la pasarela, no el trabajo serio. Y mientras el campo produce, el Palacio se maquilla.
Y desde la vereda Calentaderos nos llegó un mensaje que da pena ajena. “Ojalá vinieran por acá los de la alcaldía, ni se asoman. La cancha, la caseta comunal, el parque infantil y el puesto de salud son puro rastrojo y promesas rotas.” ¿No que muy buena gestión? ¿No que Salamina es ejemplo nacional? ¡No jodás! Si ni siquiera se dignan a visitar las veredas que están a tiro de piedra. ¿Qué labor tan grande? ¡Sí, la de ignorar al pueblo! Porque mientras se gastan millones en reinados y transmisiones, los niños juegan entre escombros, los enfermos no tienen atención, y las comunidades sobreviven con lo que pueden. Eso no es gestión, eso es abandono con moño.
Así que no me vengan con cuentos de medallas y reconocimientos. Aquí lo que hay es una administración que brilla por el show, pero se esconde del barro, del monte y del pueblo. El modelito del rosado desfila, pero no gestiona. Se toma fotos, pero no escucha. Y mientras tanto, Salamina se cae a pedazos, vereda por vereda, ladrillo por ladrillo. Desde este rincón, Timoteo les dice: ¡basta de maquillaje! Que gobiernen con botas, no con tacones. Porque el pueblo no necesita más reinados, necesita respeto.
¡Ajá! Y ya para acabar: Como cosa rara, esta vez no venimos a despellejar al modelito del Palacio Rosado… al menos no del todo. Resulta que la Alcaldía de Salamina adelantó el Comité de Seguimiento Electoral para las elecciones de los Consejos Municipales de Juventud, que se harán el domingo 19 de octubre. Se reunieron, hablaron bonito, ultimaron detalles y hasta prometieron transparencia, organización y normalidad. ¡Milagro! Parece que por fin se acordaron de que los jóvenes existen y que también tienen derecho a opinar, votar y construir futuro.
La Secretaría General estuvo presente, las entidades también, y todo se hizo en nombre de la democracia y el liderazgo juvenil. ¡Bien por eso! Pero como ya es costumbre, el señor Personero Municipal —sí, ese que cobra por representar al pueblo— no apareció. Otro sábado sin rastro del personaje, que parece tener alergia a las reuniones donde hay que trabajar. ¿Será que le da urticaria la palabra “juventud”? ¿O simplemente no le gusta madrugar si no hay reinado?
Desde El Rincón de Timoteo celebramos que se piense en los pelados, pero no tragamos entero. Que no sea solo foto y discurso, que se les escuche, se les respete y se les incluya. Porque si de verdad quieren fortalecer la democracia, empiecen por aparecer en las reuniones y dejar de hacerle el quite al pueblo.
Hasta el próximo domingo y que sean elegidos nuestros chicos.