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el Vino y otras vainas: El alcoholismo en la vida de escritores y poetas

Desde la mitología hasta la bohemia moderna, el alcohol ha sido cómplice de la literatura. Poetas malditos, genios atormentados y frases eternas nacieron entre copas. ¿Inspiración o condena? Vino y poesía se abrazan, pero la moderación es el único brindis que salva.

Para nadie es extraño afirmar que la mayoría de escritores y poetas del mundo, han tenido una relación cercana con el alcohol. Se puede también afirmar que muchos de los mejores libros y poemas, han sido escritos en la compañía de una copa de licor.

Desde Charles Baudelaire hasta Ernest Hemingway recurrieron al alcohol para llenar de letras al mundo. Es necesario entonces, hacernos la siguiente pregunta: ¿son el alcohol y la literatura cómplices incondicionales?

Desde la mitología griega y romana con los dioses del vino Dionisio y Baco, el vino ha ocupado un lugar especial en la filosofía y en la literatura universal. No hay cultura sin poesía , ni pueblo sin vino.

Los poetas llamados malditos del siglo XIX del simbolismo francés fueron entusiastas bebedores de absenta o “hada verde”, decían que allí encontraban la inspiración para su creación artística.

Baudelaire murió alcoholizado y con sífilis a los 46 años. Otra victima del absenta fue Oscar Wilde, quien murió deprimido a los 46 años y después de haber gastado casi todo su dinero en alcohol.

Dicen que Van Gogh perdió su oreja a causa de una automutilación hecha bajo los efectos del “hada verde”

Ernest Hemingway, sus noches de insomnio las acompañaba con un daiquiri clásico y doble, según lo relata en su obra “Islas en el Golfo”. Se suicidó en 1961.

Truman Capote consumidor de cocaína y vodka tuvo una vida plena de escándalos. “soy alcohólico soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio”, escribió antes de morir de un cáncer en el hígado a los 60 años.

Raymond Carver escritor estaudinense, su inestabilidad económica en los primeros años de matrimonio, lo llevó a beber incontroladamente a partir de 1967 y en 1977 fue hospitalizado por alcoholismo. Al final se convirtió en un ser violento y paranoico, muriendo poco antes de cumplir los 50 años con un cáncer de pulmón.

John Berryman, mujeriego y alcohólico e hijo de padre alcohólico y suicida, empezó a beber compulsivamente desde temprana edad y también se suicidó en 1972. Su vida se resume en 4 versos: “el hambre era un paseo diario para el vino, puros, licor, necesidad, necesidad”. “Hasta que se rompió en pedazos. Los pedazos se sentaron a escribir.”

F. Scott Fitzegerald vivió como nadie el sueño de la bonanza de la era del jazz y los “roaring 20”, el exceso y el glamur. Escribía bebiendo champagne. La frase: “cualquier cosa en exceso es mala, pero demasiada champagne es justamente buena”, lo dice todo.

Octavio Paz, en su famoso poema “la vida sencilla” se lee: “ beber y embriagarse asir la vida, bailar el baile sin perder el paso:. Su padre murió prematuramente atropellado por un tranvía a causa de su ebriedad.

Cesar Vallejo, frecuentaba con la juventud intelectual de la época en la “bohemia trujillana”. En la noche de despedida de Amalia Isaura dice: “los licores se consumían y las pasiones desbordaban”… el poema no llegó a Amalia, se quedó entre las botellas, los vasos y los pañuelos olvidados por la euforia. Murió en 1938 .

La lista parece interminable, pues no son los únicos, ni los últimos. Ningún escritor ni poeta podría negar el encanto que supone sentarse frente al computador en una noche solitaria y acompañar la velada con una buena copa para que así fluya la inspiración con mayor facilidad.

Creo que es mejor tener presente la frase de la contraportada de mi libro “Por una copa de vino”:

Vino y poesia son mi pasión
poesia en demasia
y con el vino moderación.

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