
La reciente reaparición de El Niguatero en su tercera etapa no solo representa un gesto de resistencia cultural, sino también un firme compromiso con la palabra, la memoria y la identidad salamineña. En un país donde la información independiente a menudo lucha contra la corriente, que en un municipio como Salamina —con su riqueza histórica, intelectual y patrimonial— resurja un medio de comunicación local, es motivo de celebración y esperanza.
Salamina no es un pueblo cualquiera. No en vano se le conoce como la Ciudad Luz de Caldas, un apelativo que, más allá de la metáfora, reconoce el papel de este municipio como cuna de grandes pensadores, escritores, poetas y periodistas. Aquí, a lo largo de más de dos siglos, la cultura, el debate de ideas y la vocación por la palabra escrita han tejido una tradición sólida y profundamente enraizada en el alma de su gente. Que hoy, en pleno siglo XXI, se mantenga viva esa llama gracias a medios como El Niguatero, es la mejor manera de honrar esa herencia.
Un periódico local como El Niguatero no es solo un informativo más. Es, ante todo, una voz democrática, plural, abierta a la crítica, a la reflexión y a la participación ciudadana. Es el espacio donde los salamineños pueden expresar sus preocupaciones, contar sus historias, cuestionar lo establecido y celebrar sus logros colectivos. En tiempos donde el ruido de las redes sociales tiende a eclipsar los contenidos de fondo, tener un medio que se proponga pensar con calma, argumentar con rigor y escribir con conciencia es casi un acto revolucionario.
El periodismo local tiene un valor incalculable. Es ese espejo cercano que refleja las problemáticas concretas de una comunidad, pero también sus sueños y sus esperanzas. Es una herramienta de construcción social. Y en el caso de Salamina, es también una continuación de una rica tradición periodística y literaria que ha hecho historia.
Hablar de periodismo en Salamina es hablar de una herencia intelectual que ha atravesado generaciones. Durante sus más de 200 años de historia, este municipio ha sido escenario de importantes movimientos periodísticos, editoriales y culturales. Figuras ilustres de la región se destacaron no solo como líderes políticos o educadores, sino como verdaderos hombres de letras. Muchos de ellos impulsaron periódicos, revistas y espacios de discusión que marcaron época.
Uno de los mayores orgullos de esta tradición es la Tertulia Literaria de Salamina, un espacio emblemático donde se reunían escritores, poetas, historiadores, periodistas y pensadores a debatir ideas, compartir textos y soñar futuros. En esos encuentros, la palabra fluía con libertad, y las discusiones no eludían los temas más complejos de la realidad local y nacional. Esa tradición de pensamiento crítico y compromiso con el país sigue siendo un legado que medios como El Niguatero pueden y deben reivindicar.
El nombre del periódico, El Niguatero, es en sí mismo un guiño cultural cargado de identidad y memoria. Su origen se remonta al gentilicio popular de los salamineños, quienes durante mucho tiempo han sido llamados precisamente niguateros. Esta denominación surge de una curiosa y antigua historia local: en los primeros años de la fundación de Salamina, era común la presencia de un insecto llamado nigua, que se alojaba entre la piel de los pies, y fue en esta región donde más se propagó. De ahí que el término niguatero se asociara de manera pintoresca con sus habitantes. Recuperar ese nombre para un medio de comunicación es un gesto de cercanía, de arraigo y de reivindicación de lo propio, pero también una declaración de principios: este es un medio hecho desde abajo, para la gente, con los pies en la tierra y la mirada en el horizonte.
En sus diferentes etapas, El Niguatero ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Hoy, en su tercera etapa, parece asumir un nuevo aire, con voces renovadas como la de Javier Maya y su equipo editorial, quienes han asumido el desafío de continuar con esta noble tarea de informar, provocar el pensamiento y mantener viva la memoria.
Los pueblos que no cuentan con medios propios están condenados a ver su realidad contada desde lejos, desde la mirada del otro. Por eso, tener un periódico local, hecho por salamineños y para salamineños, es también un acto de autonomía cultural y narrativa. Nos permite contarnos a nosotros mismos, desde nuestras propias palabras, nuestras preocupaciones, nuestros acentos y nuestras esperanzas.
En este sentido, El Niguatero se convierte en una plataforma indispensable para que la ciudadanía se exprese, para que las nuevas generaciones conozcan su historia y para que se mantenga encendida la llama del pensamiento crítico. Es un espacio donde pueden confluir la crónica de barrio, la denuncia social, el ensayo literario, la entrevista a un campesino o a un artista local, la reflexión pedagógica o la reseña de un concierto escolar. Todo eso —y más— cabe en un medio de comunicación cuando su vocación es la de servir a la comunidad.
Desde ya, quienes valoramos esta iniciativa debemos sentirnos convocados a apoyarla, enriquecerla y sostenerla. Cada quien, desde su saber y su experiencia, puede aportar un granito de arena para que El Niguatero siga creciendo. Ya sea escribiendo una columna, enviando una fotografía, proponiendo temas o simplemente difundiendo sus contenidos, hay muchas formas de sumar.
Como bien se dice en el mensaje que da origen a este artículo: “Hay que seguir adelante con esta valiosa iniciativa, y desde ya, cuenta con mi modesta colaboración en lo que pueda ser útil.” Esa disposición, ese espíritu de comunidad, es lo que puede garantizar que este periódico siga siendo un faro en medio de las brumas, como bien corresponde a una ciudad que no solo es bella y poética, sino también lúcida y reflexiva.
En un país donde muchas veces se subestiman los procesos culturales que nacen en los municipios, Salamina sigue dando ejemplo. Su apelativo de Ciudad Luz no es gratuito: hace referencia a ese brillo especial que solo poseen los pueblos que han sido semilleros de pensamiento, de letras, de crítica y de arte. En tiempos de confusión y de incertidumbre, volver a la palabra, al periodismo serio y al diálogo ciudadano es una forma de resistencia luminosa.
Gracias a El Niguatero, Salamina sigue brillando. Muy interesante, Javier. ¡Felicitaciones por este gran logro!
Un comentario
Que bien q nos ilustren con los buenos mensajes constructivos de nuestro hermoso municipio, Salamina Caldas Colombia, éxitos por el bien de todos…