
En el corazón montañoso de Caldas, donde el aroma del café se mezcla con la bruma de la madrugada y la memoria de los abuelos aún susurra entre las calles embellecidas con floridos balcones, Salamina se prepara para recibir la cuarta versión del Certamen Nacional de Belleza del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano. No se trata simplemente de una competencia de coronas y pasarelas, sino de un ritual de pertenencia, de reconocimiento a la mujer cafetera como símbolo vivo de una región que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 25 de junio de 2011. Desde entonces, los departamentos del Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Caldas, junto con sus municipios y corregimientos, han sido protagonistas de una narrativa que exalta la idiosincrasia, los valores y la belleza natural de sus gentes.
Este certamen, que ha recorrido con dignidad y entusiasmo los caminos de Salento, Sevilla y Armenia, llega ahora a Salamina, cuna del paisaje cultural cafetero, bajo la mirada atenta del alcalde Manuel Fermín Giraldo. La elección de esta tierra no es casual: Salamina representa la síntesis entre tradición, arquitectura republicana, cafetales en ladera y una comunidad que respira historia. Aquí, del 10 al 12 de octubre, se congregarán las representantes de distintas regiones del país, mujeres que no solo portan vestidos y tacones, sino discursos claros, conocimiento profundo sobre el PCCC y una vocación de embajadoras que trasciende el escenario.
La actual soberana, Laura Sofía Ávila Orozco, oriunda de Caicedonia, Valle del Cauca, ha dejado una huella que no se borra con el paso del tiempo. Su reinado ha sido una travesía de compromiso, oratoria y presencia en espacios de alto nivel como ferias, foros, conferencias y encuentros institucionales. Ha sido jurado en otros certámenes, ha visitado municipios en labores sociales y ha demostrado que una corona no es un adorno, sino una responsabilidad que se lleva con dignidad y conocimiento. Su legado será el punto de partida para las nuevas aspirantes que llegarán a Salamina con el deseo latente de ostentar la corona 2025.
El certamen, más allá de su formato de entretenimiento social, cultural y artístico, se ha consolidado como un referente de identidad propia. En cada versión, la mesa de trabajo liderada por el Director Nacional Yecid Rodríguez ha tejido con paciencia y visión una estructura que dialoga con los entes gubernamentales y municipales, logrando que el evento no solo se realice, sino que crezca y prevalezca. La articulación con las autoridades locales ha sido clave: desde el apoyo inicial en Salento con el entonces alcalde Juan Miguel Galvis, pasando por Sevilla bajo la gestión de Jorge Palacios, hasta llegar a Armenia, ciudad milagro, nuevamente con Galvis como gobernador, el certamen ha contado con respaldo institucional que valida su impacto.
Pero lo que realmente distingue a este evento es su ideología: virar hacia los destinos enmarcados por la cultura cafetera, fusionar belleza con conocimiento, y entregar a propios y visitantes un legado que no se limita a lo estético. Las participantes no son solo damiselas encantadoras, son voceras de una historia que se cultiva como el café: con paciencia, con raíz profunda y con aroma de verdad. Cada discurso, cada respuesta, cada gesto en el escenario es una afirmación de que el Paisaje Cultural Cafetero vive en ellas, y que su labor no termina con el aplauso final, sino que comienza con cada conversación que sostienen fuera del certamen.
Salamina, con sus balcones floridos que parecen saludar al viento y sus casas de bahareque que resguardan memorias centenarias, se convierte en el epicentro de esta celebración que honra la belleza, la cultura y el alma cafetera de Colombia. Durante tres días, este municipio enclavado en la cordillera será testigo de una programación vibrante que incluye desfiles, conversatorios, visitas culturales y encuentros comunitarios, donde la palabra y la presencia de las soberanas se entrelazarán con la historia viva de la región. Pero más allá del protocolo y la agenda, será una oportunidad única para mostrarle al mundo que la belleza femenina también florece entre cafetales, entre las manos del campesino que labra la tierra con dignidad, entre los cantos de las mirlas que anuncian la aurora y el vuelo de los loros de páramo que se pasan de palma en palma como si compartieran secretos ancestrales.
Las soberanas, embajadoras del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano, no solo ceñirán coronas, sino que se sumergirán en la experiencia sensorial de la Samaria, en San Félix, donde los bosques de palma de cera —altivos, casi celestiales— se elevan como columnas de un templo natural. Allí, entre la neblina que acaricia las copas y el murmullo del viento que parece contar historias, podrán observar a los pájaros carpinteros construyendo sus nidos en lo alto, como si tejieran hogares en el cielo. Será un momento de contemplación, de conexión profunda con la tierra y sus criaturas, donde cada sonido, cada color y cada aroma se convierte en parte del relato que ellas llevarán consigo.
El café será protagonista, sí, pero no solo en las tazas que se compartirán con afecto en las estancias y fondas del pueblo, sino en las historias que se contarán junto a los fogones, en las fincas cafeteras donde el grano se cultiva con paciencia y amor. Las estancias paneleras, con sus trapiches y sus aromas dulces, abrirán sus puertas para que las visitantes comprendan que el sabor de la panela también es parte del alma de esta tierra. Cada rincón de Salamina será un escenario, cada campesino un narrador, cada palma un testigo silencioso de esta fiesta que no solo celebra la belleza, sino la pertenencia.
Porque el certamen no es solo una competencia, es una excusa luminosa para mirar hacia adentro, para reconocer lo que somos y lo que podemos proyectar al mundo. Es el momento en que la corona se convierte en símbolo de compromiso, en que la mujer cafetera se transforma en voz, en rostro, en mensaje. Y Salamina, con su gente cálida, sus calles que huelen a historia y sus paisajes que parecen pintados por la mano de Dios, está lista para recibirlas. Aquí, donde el tiempo se detiene para escuchar el canto de la tierra, se escribirá una nueva página del legado cultural colombiano.
El portal https://salamina.com.co y su informativo https://salamina.com.co/larevista, con su alcance internacional y su diseño multilingüe, serán testigos y difusores de este evento. Desde allí, la voz de Salamina resonará en más de 120 países, llevando el mensaje de que el Paisaje Cultural Cafetero no es solo una geografía, sino una forma de vida, una estética del alma, una narrativa que se escribe con cada cosecha, con cada mujer que representa su tierra, y con cada comunidad que se une para celebrar lo que los hace únicos.
Así, el Certamen Nacional de Belleza del PCCC en su cuarta versión no es solo una cita en el calendario. Es una afirmación de que la belleza, cuando se enraíza en la cultura, se convierte en patrimonio. Y Salamina, con su historia y su presente vibrante, está lista para recibirla.