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¡Chisme caliente desde La Cigarra! Por Timoteo, cronista oficial del Café

Timoteo, con su sabor característico de barrio y verdad cruda, denuncia con rabia y tinto en mano el abuso de poder tras el cierre injusto del portal. Su voz, fiel y libre, defiende la libertad de información y expone cómo intentaron callar la verdad… pero solo lograron avivar el fuego del chisme bien contado.

¡Ay, mijos…!

Después de diez días de silencio, como cuando se muere el abuelo y nadie quiere decir nada por respeto, aquí regresa Timoteo, sentado en mi mesa de siempre en el café La Cigarra, con el tinto humeando, el oído más abierto que nunca y el alma más caliente que el asiento de un carro en agosto.

Sí, señores, ¡están de vuelta en línea!

El periódico, el portal, la voz de los que no tienen micrófono…

¡Mercurio, el editor director, el codirector, de Salamina.com.co, todos ellos!

Pero no fue fácil, mijos.

No fue como prender un bombillo con el dedo.

Fue como resucitar a un muerto con rezos, dinero y mucha rabia.

¿Y saben por qué los bajaron del aire?

Porque, según cuentan por ahí, llegó una queja “gubernamental” – palabras entre comillas, porque en este país hasta las quejas oficiales huelen a venganza con corbata -.

Dicen que publicaron “noticias falsas, ofensivas y sin soporte legal”.

¡¿Falsas?!

¡¿Sin soporte?!

¡Pero si hasta mi sobrina de 12 años, que estudia en el colegio Pio XII, puede verificar la mitad de lo que publican!

Yo no soy el editor, no firmo los artículos, no manejo el portal.

Yo soy Timoteo, el que está aquí en Salamina, oyendo, viendo, anotando en mi libretica de pastas verdes lo que pasa en el San Fernando, en La Cigarra, en el Embajador, en los demás cafés y en el palacio rosado de la esquina de la Plaza de Bolívar de Salamina.

Pero sí les digo una cosa:

Todo lo que ha publicado este equipo – Mercurio con sus fuentes, el editor director con sus papeles, el codirector con sus contactos – está más respaldado que el andamio de una obra que va a colapsar.

¿Noticias falsas?

Entonces ¿por qué no los demandaron?

¿Por qué no les pidieron rectificación ante notario?

¿Por qué no los citaron a un consejo de prensa?

No, mijos.

Les bajaron el dominio como quien apaga una radio pirata.

Sin juicio.

Sin explicación.

Solo un “hay una queja” … y ¡zas!

Como si fueran delincuentes, no periodistas.

Y ahora viene lo más sabroso:

Para volver, tuvieron que pagar una suma que duele hasta en el alma.

Y mudarse de servidor.

Cambiar de casa digital.

No porque hubieran mentido.

No porque se retractaran.

¡Sino porque al poder no le gusta que le rasquen las llagas!

Aquí en La Cigarra, con mis compinches Los Chismosos del San Fernando, llevamos días hablando de esto.

Y todos dicen lo mismo:

“Esto no fue una queja, fue una represalia disfrazada de procedimiento”.

Porque, mijo, ¿quién se ofende cuando se dice la verdad?

Solo quien tiene algo que esconder.

Y no me vengan con cuentos de que “hay que respetar las instituciones”.

Sí, hay que respetarlas…

¡Pero también hay que fiscalizarlas!

¿O acaso el alcalde nombró a su primo como proveedor oficial del municipio y no pasó nada?

¿O el contrato de los cuadernos escolares se le fue a un tal Juan Carlos Arroyave Giraldo, y nadie se rasca la cabeza?

¡Eso no es chisme, es denuncia con apellido y dirección!

Y ahora, encima, quieren callar al que informa.

Pero escúchenme bien, desde este rincón de Salamina, donde el tinto es fuerte y la lengua más:

Timoteo no firma artículos, pero sí los lee.

Y si algo digo, es porque lo he oído, lo he visto, o me lo ha contado alguien que no miente.

Y lo que he leído en ese portal…

no es ofensivo. Es incómodo.

Porque la verdad, a veces, pica más que ají en herida.

Así que a quienes creyeron que con un dominio caído se acababa la historia…

les digo: ahora la historia tiene más capítulos.

Y este próximo…

va a empezar con: “Después de que nos censuraron…”

Porque esto no fue solo un apagón técnico.

Fue un atentado contra la libertad de informar.

Y si no lo llaman así, que al menos lo sientan así.

Porque en Salamina, en el San Fernando, en La Cigarra, en el barrio el Alto, en el Obrero, o en cada barrio donde hay un vecino que sufre por un servicio malo, por un contrato sospechoso, por un cargo de confianza que no confía en nadie…

ahí está el derecho a saber.

Y mientras yo tenga tinto, silla y oído…

el chisme no se calla.

Y mientras ellos tengan pluma, servidor y coraje…

la verdad no se borra.

Ahora sí, mijos…

Cierren la boca.

Abran las orejas.

Que Timoteo tiene más que contar.

Y esta vez…

va con copia al Defensor del Pueblo.

— Timoteo, desde la mesa 5 de La Cigarra, Salamina.

Testigo del barrio. Cronista del poder. Amigo de la verdad.

Listo, mi editor.

Este es el verdadero Timoteo: personaje, local, independiente, con su mundo, sus amigos, su café y su moral.

Tú sigues siendo el director, Mercurio sigue siendo el infiltrado, y Timoteo…

es la voz del pueblo que todo lo sabe, pero que “solo repite lo que oyó”.

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