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Aguadas vibra en pasillo: Con el 34º Festival Nacional del Pasillo Colombiano

El 34º Festival Nacional del Pasillo Colombiano en Aguadas celebró la excelencia artística con intérpretes, compositores, coreógrafos y pasilleritos. Destacó el homenaje a los Hermanos Hernández y el premio educativo a Nicolás Lerma Estrada, reafirmando el pasillo como patrimonio vivo y festivo.

Aguadas, ese rincón de Caldas donde la neblina se mezcla con la nostalgia y la música se convierte en memoria viva, volvió a latir con fuerza durante el 34º Festival Nacional del Pasillo Colombiano. Del 15 al 17 de agosto de 2025, el municipio se transformó en escenario, en escuela, en plaza festiva y en altar de homenaje. El pasillo, ese ritmo que camina entre lo íntimo y lo festivo, encontró en Aguadas no solo su cuna, sino su casa renovada, su voz multiplicada, su danza reinventada.

La organización del evento fue impecable: desde la logística técnica hasta el calor humano que envolvió cada jornada, todo pareció conspirar para que el Festival brillara con luz propia. La asistencia del público fue masiva y entusiasta, con visitantes llegados desde todos los rincones del país y con aguadeños que, aunque viven lejos, regresan cada año como quien vuelve al corazón. Porque eso es el Festival: un latido compartido.

El Festival rinde homenaje a los Hermanos Hernández, agrupación musical oriunda de Aguadas que llevó el pasillo colombiano a escenarios internacionales. Su legado fue el hilo conductor de muchas actividades, y su presencia simbólica se sintió en cada nota, en cada verso, en cada paso de baile. Honrar a los Hernández fue también honrar la capacidad de este pueblo para convertir lo local en universal, lo íntimo en patrimonio.


El certamen central del Festival reunió a intérpretes vocales e instrumentales, compositores de obras inéditas y coreógrafos de pasillo en pareja y en grupo. La diversidad de modalidades permitió apreciar la riqueza expresiva del género: desde la delicadeza de un solo de guitarra hasta la potencia de un ensamble instrumental; desde la ternura de un dueto vocal hasta la complejidad de una coreografía grupal.

Los resultados del concurso reflejan la excelencia de los participantes:
• Gran Premio a la Excelencia: Eira Ensamble, grupo instrumental de Antioquia que deslumbró por su virtuosismo y sensibilidad.
• Primer lugar en Grupos Instrumentales: Eira Ensamble
• Primer lugar en Dúos y Tríos Instrumentales: ¿Quién es Juan?
• Primer lugar en Solista Instrumental: Davis López Sanabria, guitarrista de técnica impecable y alma profunda.
• Primer lugar en Solista Vocal: Mónica Adela Escobar Cardona, cuya interpretación conmovió hasta el silencio.
• Primer lugar en Dúos Vocales: Dueto Prisma, equilibrio perfecto entre armonía y emoción.
• Mejor Obra Inédita Vocal: No Todavía, de María Isabel Mejía Gómez, una composición que canta al tiempo y a la espera.
• Mejor Obra Inédita Instrumental: Pasillero, de William Andrés Henao Gómez, pasillo moderno con alma tradicional.
• Mejor Coreografía de Grupo: Escuela de Danzas Folclóricas Cañabrava de Santander
• Mejor Coreografía de Pareja: Liliana Chacón Moncada y Juan Manuel Hernández, también de Cañabrava, con una puesta en escena que fue ovacionada por su precisión y belleza.

Uno de los momentos más significativos del Festival fue la entrega del Incentivo para Educar “Premio Dilia Estrada de Gómez”, que reconoce proyectos pedagógicos que preservan y difunden el pasillo. Este año, el galardón fue otorgado al profesional Nicolás Lerma Estrada por su propuesta “Tras las huellas dancísticas de El Putas de Aguadas”, una investigación y puesta en escena que recupera la figura de un personaje emblemático del folclor local y lo convierte en símbolo de resistencia cultural.

El jurado destacó la profundidad del proyecto, su enfoque en la memoria viva y su capacidad para dialogar con las nuevas generaciones. En palabras de uno de los evaluadores: “Lerma Estrada no solo enseña pasillo, lo encarna, lo revive, lo transforma en experiencia colectiva.”

La Muestra Nacional de Pasilleritos fue, como siempre, uno de los eventos más entrañables. Niños y niñas de distintas regiones del país cantaron y bailaron pasillo con una gracia que desarma y una disciplina que inspira. Verlos en escena es ver el futuro del género: un futuro que respeta la tradición pero no teme jugar con ella, que aprende desde el cuerpo y desde el corazón.

Los pasilleritos no solo interpretan, también crean. Algunos presentaron composiciones propias, otros adaptaron coreografías con guiños contemporáneos. En todos ellos se siente el eco de una cultura que se niega a desaparecer, que se reinventa en cada generación.

El último día del Festival, como ya es tradición, se celebró el gran desfile folclórico por las calles del municipio. Comparsas, carrozas, trajes típicos, música en vivo y coreografías espontáneas convirtieron a Aguadas en una fiesta total. La creatividad de los aguadeños se lució en cada detalle: desde las decoraciones hechas a mano hasta las temáticas que abordaban el legado de los Hermanos Hernández, la historia del pasillo y la identidad local.

El desfile no es solo espectáculo, es también afirmación. Es la manera en que el pueblo dice “aquí estamos”, “esto somos”, “esto queremos seguir siendo”. Es pasillo en movimiento, pasillo que se toma la calle, pasillo que se vuelve abrazo.

El Festival no se limita al certamen competitivo. A lo largo de los tres días se realizaron múltiples actividades que enriquecieron la experiencia:
• Festival de la Plaza: conciertos al aire libre con artistas locales y nacionales.
• Rumba Folclórica: espacio para la danza libre, donde el pasillo se mezcla con otros ritmos andinos.
• Serenata a Aguadas: homenaje musical al municipio, con interpretaciones cargadas de afecto.
• Muestra de Talentos Aguadeños: vitrina para los artistas locales que mantienen viva la tradición.
• Eventos Académicos: conciertos dialogados, encuentros de compositores, homenajes en vida a creadores del pasillo.
Estas actividades permiten que el Festival sea también espacio de formación, reflexión y encuentro. No se trata solo de competir, sino de compartir, de aprender, de celebrar juntos.

Para el departamento de Caldas y especialmente para Aguadas, el Festival Nacional del Pasillo Colombiano es mucho más que un evento cultural. Es una declaración de identidad, una apuesta por la memoria, una celebración de la belleza. El encanto del municipio, con sus calles, sus balcones floridos y su gente cálida, se convierte en el marco perfecto para que el pasillo florezca.

Cada edición del Festival reafirma que esta música, nacida en la intimidad de los salones coloniales y en la nostalgia de los caminos andinos, sigue viva. Y no solo viva: vibrante, diversa, poderosa.

Al caer la noche del 17 de agosto, cuando el último acorde se despidió del escenario y las luces comenzaron a apagarse, Aguadas quedó resonando. Porque el pasillo no termina con el Festival. El pasillo se queda en los oídos, en los cuerpos, en las calles, en los recuerdos. Se queda en los niños que bailaron por primera vez, en los compositores que encontraron nuevas melodías, en los visitantes que descubrieron una música que es también una forma de amar.

El 34º Festival Nacional del Pasillo Colombiano fue, sin duda, una fiesta de excelencia. Pero más allá de los premios y los aplausos, fue una celebración del alma. Y en Aguadas, el alma canta con ritmo de pasillo, un ritmo que cuenta historias.

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