
¡Volví, pues mijitos!
Después de dos semanitas sin dejarme ver por mi altar sagrado –la mesita de siempre en La Cigarra–, regreso bien recargado, con la lengua afilada y el oído saturado de puro chismerío caliente. Así que vayan cerrando la boquita y abriendo bien las orejas, porque lo que traigo hoy no es cuento de viejas, ¡es puro datico directo de los tinterillos del poder!
Resulta, se dice, se rumora… que Fermincito, ese que a veces se cree alcalde, aunque no le alcanza ni pa’ corregidor de vereda, se portó juicioso… ¡por fin! Dicen que salió de la madriguera y disque mandó a comprarle unos paqueticos escolares a los petacones del campo y la ciudad, ¡cuatro o cinco meses después de cuando se debía haber hecho! Pero bueno, mijos, como dice mi tía Cleta: “Más vale tarde y con bicho que nunca con excusa”.
Lo sabroso viene aquí… ¡pilas pues! El chisme fino. Me contaron entre sorbo y sorbo que el contratico se lo ganó un tal Juan Camilo Arroyave Giraldo, nombre rimbombante, pero lo que me dejó oliendo a azufre fue el apellido “Giraldo”, que ¡oh casualidad! es igualito al del jefe máximo, o sea el alcalde. ¿Será que son primos? ¿será que son del mismo árbol genealógico o por lo menos de la misma rosca? Porque si sí, mijitos, eso no es ayuda familiar, ¡eso se llama nepotismo! Y eso allá en el San Fernando los sabiondos lo definen como corrupción gourmet, bien disfrazadita y con firma de notario.
Y aquí no para el asunto… porque el tal proveedor no tiene ni bodega, ni almacén, ni mostrador donde exhiba lápices ni tajalápiz. No, señor. Lo que tiene es un negocio fantasma, puro papel y firma pa’ negociar con el municipio. ¡Qué belleza! El hombre parece que lo mismo vende cuadernos que drones, pupitres o pañales si se lo piden.
Dicen que la Contraloría ya está oliendo el asunto con lupa y guantes de látex, porque ese contratico huele más raro que café viejo. A mí que no me echen cuento, cuando todo es tan sospechosamente pulcro, uno ya sabe que detrás hay mugre bien tapada.
Así que ahí les dejo ese datico… pa’ que vayan pensando si quieren seguir tomando tinto con azúcar o con gotas de verdad. Y yo seguiré aquí, calentando silla, oliendo humo de político, y anotando todo en mi libreta negra, que no perdona ni olvida.
¿Juguetico o herramienta de trabajo? El dron del malacaroso
Ay, mijitos… como diría la tía Josefa: “¡Cuando el ego se infla, ni el techo de la alcaldía lo aguanta!”. Pues les cuento que esta semana el runrún que humea entre los pocillos del café La Cigarra tiene que ver con ese malacaroso secretario de planeación, sí, ese que camina como si lo persiguiera su propio reflejo y al que le pesa más el peinado que el cargo.
Resulta que al susodicho le dieron un juguetico volador, disque un dron, para que –según el cuento oficial– “vigile desde el aire los proyectos urbanísticos del municipio”. Ajá… pero lo que muchos creemos es que ese aparatico no es pa’ mirar obras, sino pa’ filmar los reels y las foticos del “señor alcalde-modelo”, que últimamente aparece más en Instagram que en el despacho. Dicen que el dron lo usan más en la oficina de propaganda personal (perdón, perdón… quise decir “oficina de prensa y relaciones públicas”), que en planeación.
Y aquí viene lo bueno: el contrato para comprar ese dron tan moderno se lo dieron, adivinen a quién… ¡Pues al todero Juan Camilo Arroyave Giraldo, sí señores! El mismo que la semana pasada les vendió los cuadernos y los lápices pa’ los pelados. Ahora resulta que también es importador de tecnología de punta. ¡Ese hombre es un genio! Vende desde esferos hasta drones, pasando por carpetas, grapadoras, papel higiénico y vaya uno a saber qué más.
El contratito, según los papeles, fue por un poquito más de 20 milloncitos de pesos, pero por ahí me chismearon que el mismo dron –marca, modelo, caja y baterías iguales– se consigue en Mercado Libre por menos de 9 millones. ¡Hágame el favor! ¿Será que el resto se lo gastaron en los filtros de Instagram o en el maquillaje para los videos del jefe?
Y pa’ rematar, mi compadre Mercurio, que de leyes no sabrá mucho, pero de trampas sí, me dice que ahora en la alcaldía están en la moda de armar “cotizaciones gemelas” pa’ que parezca que todo es legalito. Es decir: llaman a tres recomendados, les pasan el valor que debe aparecer, y casualmente gana el que está por poquitico debajo. ¡Qué coincidencia, no!
Así que ojo, que entre más alto vuele el dron, más clara se ve la jugadita desde abajo. Y ya sabemos que en Salamina, lo que no se dice en los concejos, se suelta en el café. ¡Apretaditos de oído, que Timoteo no miente… exagera poquito!
Y pa’ rematar esta semana, me tocó hablar del dueño del chuzo… sí, ese mismo, el editor, que es más complicado que una gallina con hipo a media noche. Pues resulta que al fin, entre regaños y miradas por encima de las gafas, me soltó otro espacio pa’ que escriba… pero sin chismes, dizque pa’ que me eduque y me ponga serio. ¡Imagínense ustedes! Ahora resulta que quieren volverme periodista de pueblo patrimonio, así, con título y todo.
Pues bueno, estrenamos entonces “El Rincón de Timoteo”, donde me toca dejar la lengua afilada a un ladito y ponerme a escribir reflexiones, cositas de opinión y hasta palabritas bonitas si se da el caso. No prometo volverme un santo, pero sí que les voy a soltar verdades, con menos veneno y más coco.
Por esta semana ahí les dejo el chismecito pa’ que reflexionen, rasquen la cabeza y saquen sus propias conclusiones. Y los invito, con cariño y sin reclamos, a que se lean también mi otra sección… ¡que uno no solo vive del cotorreo, también se piensa el pueblo!
Un saludito especial pa’ don Eleuterio, que siempre me anda jodiendo con que chisme aquí, chisme allá… pero bien que se lee todo lo que escribo. Ahora la Revista se puede leer en mas de 5 idiomas y hasta en modo oscuro, todo lo mas moderno.¡Hasta la próxima, muchachos!
Un comentario
Excelente. Con contenido y argumentos creíbles nos ponen a leer no con un dron, sino con la lupa que agranda la letra para poder hacer lectura desde la distancia como niguateros ausentes pero presentes, gracias a las opiniones y la pluma de su señoría , don Timoteo , a quien agradecemos su quijotada niguatera