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El Vino y otras…: La Experiencia de escribir un primer libro

Después de años como docente y amante del vino, el autor encontró en la escritura una nueva pasión. Combinando poesía, experiencias personales y su amor por el vino, logró publicar su primer libro, descubriendo que cada lector es un regalo para el alma.

Creo que a la mayoría de las personas nos pasa que en algún momento de la vida quisiéramos escribir un libro. Sucede a menudo cuando estamos contando hechos interesantes de nuestras vidas y alguien nos dice, tú deberías escribir un libro.

Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho y que ese momento llegue, no es fácil.

A pesar de que como docente de la Universidad Nacional ya había escrito dos textos guías para mis clases, los consideraba más como parte de mi trabajo académico, no obstante, me sirvieron de experiencia para pensar en escribir un libro sobre algún tema diferente. Aquí viene el primer problema, sobre qué escribo? Y luego el segundo problema, cuándo lo debo hacer.

Pues bien, fue solo después que me pensioné y me dediqué al mundo del vino, donde supe que tenía el tiempo y el tema para escribir.

Coincidió esta época con mi residencia en California, cuna de los vinos del nuevo mundo, mejor lugar para el tema, imposible. En la ciudad de Santa Ana asistí a un Taller de Escritura Creativa, impartido por Iván Uriarte, poeta y crítico literario de la Universidad de Pittsburgh. Hasta este momento nunca había escrito un poema, pero me encantaba hacer coplas y versos para recordar momentos inolvidables como el testamento del marrano para despedir el año viejo, así era uno de mis versos:

Un año que termina

Otro año que se va

Para el que viene les deseo

Paz y felicidad.

También cuando disfrutábamos de un buen paseo. Recuerdo mi primer verso en un paseo familiar a la Costa Atlántica para Walter Loaiza quien conducía la buseta y lucía siempre muy cachaco y bien peinado:

Gacias a Walter el conductor

que como buen piloto de vuelo

le dio la vuelta a la costa

sin movérsele un solo pelo.

Como tema del taller escribí mi primer poema:

Soneto al Vino

Esta copa de vino es mi vendimia,

encontré la felicidad del trabajo,

lindas sorpresas y alegrías me trajo

y en cada sorbo va el alma mía.

 

Brindar con mi amada, un placer,

brindar con los amigos, un honor.

Esta copa está llena de amor,

donde todos podemos beber.

 

Si estamos alegres, el vino enaltece

añejándose en euforia y alegría,

nuestra amistad engrandece.

 

En momentos tristes, reconforta,

da fortaleza y sabiduría.

disfrútalo, la vida es corta.

Estaba decidido que el tema sería el vino, pero solo en este momento pensé, y que tal si lo hago sobre vino y poesía? Naturalmente pensando en incluir los grandes poetas como Neruda, Borges , Rubén Darío ; quienes tienen hermosas composiciones al vino, la mayoría de ellos escribían con una copa de vino en su mesa.

Me armé de valor y empecé. Quería en cada capítulo incluir una ilustración gráfica seleccionando acuarelas exclusivas de la artista venezolana Sarito Sansone e incluir un poema que hiciera relación con el mismo, pero llegué a varios capítulos donde no encontraba la poesía que encajara, por lo tanto me tocó escribir unos cuantos poemas, obligado pero me gustó.

Terminé el libro, lo publiqué y me dediqué a presentarlo en California, México y Colombia. En Colombia el itinerario fue Manizales, Salamina, Pereira, Medellín y Bogotá.

En Salamina al finalizar mi presentación, se me acercó un grupo muy querido de paisanos y uno de ellos me preguntó: Con qué vino se puede acompañar la natilla? Esta pregunta me dio oportunidad para decir que el vino no era exclusivo de maridajes para comidas sofisticadas, que también podemos acompañar con vino nuestros platos típicos como un tamal, un sancocho, etc; solo debemos aprender a seleccionar el vino adecuado; en medio de una carcajada el amigo me interpeló, es solo por que a este otro amigo, lo llaman NATILLA, uno de los personajes típicos más queridos del pueblo.

Lo más difícil de escribir un primer libro es al final, como nadie te conoce, editarlo es muy costoso y promover su venta bastante dispendioso. Las satisfacciones son más de tipo moral y emocional, por el deber cumplido. Recuerdo la frase de mi Colegio Pio XII “para sentirte realizado como persona, debes sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”.

Cada libro es como un nuevo hijo, y cada comentario de un lector es alimento para el alma.

Mi próxima columna será: Los Vinos Colombianos

Un comentario

  1. Repito mi saludo al autor, Bonel, de quien conservo gratos recuerdos. Quiero contarle que soy uno de los afortunados de contar esta obra en mi biblioteca y tengo separado y subrayado un capítulo «Mitos sobre el vino», aleccionador soporte para quienes, como yo, de forma tímida abordamos las conversaciones con quienes saben del tema. Mil gracias por ayudar a conocer este maravilloso mundo del vino y adornarlo, maridarlo tal vez, con la poesía que también alegra el alma. Resalto unos versos de su autoría en el poema «Lágrimas del vino»:
    Quiero ahogarme
    en tus lágrimas.
    ¡Oh!, vino majestuoso,
    quiero me sonrías,
    para mezclar
    tus lágrimas con las mías.

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