Timoteo y Chismes en la Cigarra: cuentos, enredos y verdades entre tintos.

Por Timoteo

Dicen que en cada pueblo hay un lugar donde se cuecen las mejores historias. En Salamina, ese lugar tiene nombre propio: La Cigarra. Café de madrugadores, de tahúres y de jubilados con más anécdotas que años, pero también rincón obligado de políticos, poetas de parque, comerciantes, amas de casa y estudiantes sin afán. Allí se habla de todo… y de todos. Pero eso sí: lo que se dice, no se sostiene.

Y desde allí, con oído agudo y lengua suelta, nace esta columna que se llama como se tiene que llamar: «Timoteo y los chismes en La Cigarra». Porque solo un personaje como Timoteo —o mejor dicho, Hernán, como lo llamaban los mayores que aún lo recuerdan— podía tener la astucia, el humor y el desparpajo para comentar la vida del pueblo sin pedir permiso y sin temer a la réplica.

Esta columna es un homenaje a ese espíritu que camina por las calles, se sienta en las bancas del parque y se cuela entre tinto y tinto. Aquí no hay verdades absolutas ni juicios definitivos, pero sí muchas preguntas maliciosas, comentarios picantes y observaciones que hacen pensar. Porque lo que no se dice en La Cigarra, no ha pasado en Salamina.

Cada semana, Timoteo —con su voz medio ronca, su sombrero ladeado y la mirada medio burlona— vendrá a contarnos lo que se escucha entre sorbo y sorbo. Tal vez exagere un poquito, como todo buen chismoso, pero entre risa y risa deja caer verdades que a veces incomodan.

Bienvenidos a este espacio donde el pueblo habla por la boca de Timoteo. Si no quiere verse mencionado, no se asome mucho por La Cigarra… o al menos no hable tan duro.

La Placa Huella del Yarumo

1.- ¿Supieron lo que pasó en la vereda El Yarumo? Pues resulta que hace como un mes cayó un derrumbe en la placa huella, y una de las alcaldías —no se sabe si fue la de Salamina o la de La Merced— mandó gente a limpiar. Hasta ahí todo bien.

Pero el problema es que, al hacer el trabajo, los obreros que fueron no se fijaron y terminaron echando piedras encima de unas heliconias que había sembrado un campesino. Y ojo, que ese señor lleva años cuidando esa carretera por puro amor, sin que nadie le pague ni un peso.

Entonces, ¿cómo es posible que en vez de ayudar, le destruyan lo poquito que ha hecho con tanto esfuerzo? Ojalá que la alcaldía que haya mandado esa cuadrilla se dé por aludida y empiece a cuidar más esos detalles. Porque si los mismos campesinos están poniendo de su parte, lo mínimo es que no les pasen por encima.

El recibimiento de las Colonias

2.- ¿Y vieron que por fin arrancaron las famosas fiestas del Bicentenario? Pues el viernes 30 de mayo empezó todo el alboroto, pero les digo una cosa: de conmemoración no tiene nada, eso son puras fiestas de «pan y circo» pa’ entretener al pueblo y que no diga nada.

Y qué tal el desfile que tanto anunciaron para recibir a las colonias… ¡una payasada completa! No hubo ni colonias que recibir. Eso sí, me imagino la plata que ya se gastaron y la que se viene en esa rumba. Porque pa’ eso sí hay presupuesto, ¿cierto?

Y como si no fuera poco el papelón del desfile de colonias, cuentan los chismosos niguateros —esos que todo lo ven y nada se les escapa— que el grupo de danzas Duende Alegre y la chirimía, al ver semejante multitud, se les metió el pánico escénico y salieron corriendo a esconderse nada más y nada menos que en el Cuerpo de Bomberos. ¡Imagínese pues!

Dicen que ni con agua helada salían, que eso fue un encierro como de película y que casi hay que pedirle al espíritu del padre Barco que intercediera desde el más allá para que se animaran a salir. ¡Una escena digna de novela! Por poquito y los bomberos les tienen que dar aire, agüita con azúcar y pañuelo pa’l susto.

Así que entre desfile sin colonias y danzantes escondidos, ¡ese inicio de las fiestas del Bicentenario parecía más un capítulo de comedia que un homenaje a nuestra historia!

Lo que da rabia es que los artistas del pueblo llevan meses pidiendo apoyo y ni una respuesta. Pero cuando se trata de tarimas, trago y pólvora, ahí sí sacan los millones. ¡Así cualquiera celebra el Bicentenario!, con contratos millonarios que no se sabe ni siquiera a quien se los adjudicaron.

Asi se veía la Calle Real 1 Hora antes del concierto del Cuarteto Imperial dspues del frustrado recibimiento de las colonias.
La Casita de Suso

3.- ¿Supieron el último que se anda regando por ahí como pólvora mal apagada? Pues resulta que empezaron a chismosear —y de paso a destilar veneno— por la campaña pa’ construirle la casita a don Suso. Sí, esa misma que nació del corazón solidario de un poco de gente buena.

Pero como siempre hay quienes no tienen oficio, ya salieron a criticar que el coronel Naranjo, junto con sus veteranos, se haya sumado al cuento. Que dizque eso tiene tinte político, que ya le están echando el sambenito de campaña… ¡Por Dios! ¿Desde cuándo ayudar a alguien en desgracia se volvió pecado político?

La verdad es que hay personajes en este pueblo que no aguantan ver que otros hagan las cosas bien. Porque eso sí: si no lo hacen ellos, entonces nadie más puede hacerlo. Les duele más la envidia que el dolor ajeno. Y como no tienen corazón pa’ ayudar, pues tampoco quieren que otros brillen.

Coronel, desde esta mesa de café le digo: siga pa’lante. Aquí muchos conocemos sus gestos, su don de gente y sus ganas de hacer las cosas con el alma. Y si algún día decide lanzarse pa’ alcalde, bienvenido sea. El pueblo lo respalda, lo conoce y más de uno se sentiría orgulloso de verlo liderar.

Eso sí, prepárese, porque los chismes no van a parar. Pero como decimos aquí en La Cigarra: si no hablan, es porque no está haciendo nada.

San Félix, la finca del municipio

4.- ¿Vieron pues que San Félix sigue como el hijo olvidado de la casa? ¡Ay, mijo! Uno no sabe si reír o llorar. Resulta que esa joya de tierra —que produce leche, papa, frijol y hasta turismo con esas palmas de cera que no hay en ninguna otra parte de Caldas— lleva nueve meses sin quien la administre. ¡Nueve! Como si fuera cualquier veredita de paso.

Y es que por allá solo mandan un inspector de policía y creen que con eso ya cumplieron. ¡No, señores! San Félix no es un potrero de finca, es una comunidad berraca, con historia, con gente trabajadora y con empresas que mueven la economía de Salamina sin hacer bulla. ¿Cuántas procesadoras de leche hay? ¡Cuatro! Y ni hablar del turismo, que cada puente se llena de gente tomándose fotos con las palmas, pero al momento de invertir, nadie aparece.

Aquí entre tinto y tinto, se dice que lo que hace falta no es más discursos diciendo que San Félix es muy importante, sino un corregidor con pantalones, que entienda la comunidad, la escuche y la defienda. Porque ya estuvo bueno de invisibilidad.

Salamina tiene una deuda grande con esa tierra, y no se paga con aplausos ni con fotos en campaña. Se paga con hechos. Así que, a el alcalde: ¡pónganse serio y deje de tratar a San Félix como si fuera el patio trasero del municipio!

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