
La polémica surgida a raíz de la publicación del programa oficial para exaltar el bicentenario de Salamina (Caldas), nos lleva a reflexionar sobre cómo debe ser la naturaleza de los eventos a incluir. Lo que parece un asunto semántico, tiene un fondo, que queremos ayudar a dilucidar apoyados en documentos producidos por especialistas en el tema.
Para empezar, nos remitimos a la etimología de las palabras conmemorar y celebrar. Quizás se encuentren coincidencias, pero los estudiosos sugieren una sutil, pero significativa, diferencia. Conmemorar es rendir homenaje, implica solemnidad y en cuanto a celebrar, es una acción festiva o el reconocimiento por un logro. Lo resume la IA, “conmemorar” se centra en el recuerdo y el respeto, “celebrar” se enfoca en la alegría y el gozo.
Ahora, al buscar una definición de fiesta, compartimos el concepto enciclopédico (Salvat), que lo enfoca así: “Término genérico aplicado desde muy antiguo a importantes concentraciones humanas que participan activa o pasivamente (actuantes y observadores) en manifestaciones míticas, olímpicas, poéticas, artísticas o religiosas. Su inspiración ritual hay que buscarla en la prehistoria de cada una de las razas humanas.” Así entonces, estamos ante un hecho importante que requiere mixtura entre la pompa, protocolo y formalidades, junto a las expresiones folclóricas y festivas que aglutinen a las fuerzas vivas asentadas en el municipio y a los visitantes por la ocasión. Por esta razón las tipologías de la fiesta van, entre otras, desde las indígenas, estatales, profanas, rurales, religiosas, carnestolendas, festivales, rituales hasta las modernas y tradicionales. Conviene anotar también que en muchos casos las festividades, por iniciativa gubernamental, generaban gran influencia en el propósito de fortalecer los vínculos de adhesión y legitimación de los gobernados. Nos negamos a creer que este sea el actual propósito.
Con base en la sentencia de que “cada festejo es contextualizado en relación con la sociedad misma”, permite entonces la adaptación de los eventos al entorno local. Y por el paso del tiempo, hagamos trazabilidad a la evolución de la fiesta en el país y para ello, el apoyo lo buscamos en un texto de Marcos González Pérez, Doctor y Magister en Historia, quien relata: “En Colombia son conocidos varios ceremoniales que realizaban las comunidades indígenas, similares casi todos en sus objetos de celebración. Sin embargo, eran notorias ciertas variaciones propias de acuerdo con su cultura. Fue así, que la llegada de los españoles en el siglo XVI estableció la creación de otros calendarios…” “En la segunda y tercera década del siglo XIX, se dio cuenta de una serie de mutaciones y de rupturas respecto de las fiestas de tradición española. Todo esto como producto de las celebraciones originadas por los triunfos militares de los ejércitos patriotas sobre las fuerzas realistas asentadas en algunos territorios. Dichos triunfos originaron la conformación de naciones y repúblicas, marco en el que se inauguraron otro tipo de festejos que se comenzaron a registrar en los calendarios festivos…” “De esta manera, se instauró en estos territorios una nueva tipología de fiestas: patrióticas, nacionales, republicanas y cívicas que se entrecruzaron con los conceptos de El Triunfo, La Victoria y el Héroe, entre otros…” “Muchas de estas celebraciones originaron otro tipo de fasto muy ligado a fiestas estatales: los centenarios, bicentenarios y los días de conmemoración de la fundación de ciudades.” (Modernidad y Tradición Festiva en Colombia).
Con esta breve explicación queremos terciar en la discusión sobre el contenido del programa difundido. Se sugiere entonces, hacer una mezcla de eventos que congreguen a propios y visitantes, según sus preferencias, en el marco del respeto por la magnificencia merecida del suceso. Algunos con la solemnidad debida a la gesta colonizadora y hechos históricos sobresalientes, otros, con el alborozo propio de la fiesta con espacio para la alegría e integración colectiva. Ya existe una primera propuesta, como lo entendemos, hay la posibilidad de enriquecerla con ideas que la complementen.
La conmemoración, es una oportunidad para acrecentar el reconocimiento nacional e internacional de Salamina, tanto por la historia como por la arquitectura, además de las bondades del clima, el generoso paisaje y la reconocida calidez y amabilidad de sus habitantes. Por lo tanto, proponemos privilegiar los eventos conmemorativos sobre los demás. El espíritu de la ley de honores aprobada en el Congreso de la República, así parece interpretarlo, cuando sustenta el origen de la condecoración en la historia y devenir intelectual del municipio, que muy a nuestro pesar es menospreciada por algunos. VER LEY DE HONORES 2349 DE 2024
Por medio de la cual la nación se asocia a la celebración de los 200 años de la Fundación del municipio de Salamina (Caldas) y se dictan otras disposiciones. El Congreso de Colombia. DECRETA: Artículo 1°. Declárese él asocio de la Nación a la celebración del Bicentenario de fundación del municipio de Salamina (Caldas), que data del 8 de junio de 1825, con el fin de exaltar su condición de “Ciudad Luz” o “Atenas de Caldas”, ante su diversidad de expresiones culturales, la arquitectura, la pintura, La escultura y la literatura. (subrayado nuestro)
Y el tiempo pasa…
ENTRE PARENTESIS: En la edición del diario LA PATRIA del pasado 22 de marzo, en la sección cultural denominada PAPEL SALMON, se publicó un interesante artículo suscrito por Luis Fernando Rodríguez García, titulado “Legado e historia de Salamina a través de sus placas de reconocimiento”. Hace un juicioso recorrido por la cronología y motivo de las placas instaladas en inmuebles del centro histórico, tales como: 1927, Colonia de Medellín, con motivo del centenario de la fundación; 1989, al Presbítero Guillermo Duque Botero, historiador, teólogo y escritor; 1994, honores a la Madre Berenice, fundadora congregación religiosa; 2016, memoria Agripina Montes del Valle, poetisa eximia. Invitamos a la lectura por su valor testimonial y con la venia del autor, se recomienda a los guías turísticos locales para que en sus recorridos incluyan este tema en las charlas con los turistas. Igual inquietud se traslada a los docentes, para que, con base en este documento, implementen salidas académicas con sus alumnos para recrear la historia local. Felicitaciones al autor.
Un comentario
SALAMINA
Sentimientos encontrados se ven hoy entre los mayores de sesenta años, los mayores de treinta y el resto de la sociedad Salamineña y Niguatera.
Algunos desde la distancia hablan, gritan y discuten. Otros preguntan, aportan y aún estando lejos aportan y otros bajan a su terruño, se remangan y sacuden polvo y tierra
Los más osados tocan puertas, almas y espíritus luchadores. No les importa ser reconocidos, aplaudidos o ser nombrados.
Abren su intelecto, aportan ideas y regalan de sus posesiones para hacer que una Ciudad Luz siga iluminando con el brillo de antaño. Y que no apague sus Noches de fuegos y no sea un pueblo olvidado.
Manos hay para todo, para el Brindis, para la fiesta y para la parranda. Manos tambien hay para cuidar historia, para barrer basuras y para mantener balcones de historia y ventanas que siguen abiertas mirando un bello pasado.
Increíble que hoy se llenen bocas con ideas ajenas, increíble que hoy se apoye solo al tiene poder o al que más mueva masas.
Nuestros ancestros derramaron sudor, lágrimas y sangre entre caminos y senderos. Con el único propósito se ser seres puros, honestos y verdaderos.
Aun es tiempo de unir tres generaciones nosotros los mayores, experiencias ofrecemos, los de mediana edad pongan su aporte a conciencia y los menores atentos recojan esta BICENTENARIA experiencia.