Por Eleuterio Gómez V. Jefe de Redacción — Fotografía: Fernando Rodriguez García
Enclavada en las montañas del norte del departamento de Caldas en Colombia, Salamina se erige como un testimonio vivo de la historia y la riqueza cultural de Colombia. Fundada en 1825, esta joya arquitectónica ha sido reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, gracias a sus casonas de bahareque, sus techos de teja de barro y sus calles que evocan tiempos pasados.
Desde su fundación, Salamina ha sido un punto de encuentro para la historia y la tradición antioqueña, consolidándose como una de las cunas del poblamiento de la región cafetera. Fue el enclave de la segunda ola colonizadora del sur de Antioquia, desde donde los colonizadores continuaron su ruta, fundando nuevos poblados hasta llegar al norte del Valle y Norte del Tolima. Esta expansión le valió el nombre de “Madre de Pueblos” y “Cuna del Paisaje Cultural Cafetero”. Su arquitectura, con imponentes portones de madera tallada y balcones adornados de floridos jardines, refleja la esencia de la colonización antioqueña y el esplendor de un pasado de auge económico impulsado por el café.
Uno de los iconos más representativos de Salamina es la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, una iglesia que combina elementos de los estilos románico, renacentista y neogótico , cuya elaborada decoración en madera tallada por los maestros artesanos Eliseo Tangarife, Custodio Saraza, y Anatolio Peláez es un verdadero deleite para los visitantes. No menos importante es el Cementerio San Esteban o de La Valvanera, una obra de arte en sí misma, donde las esculturas de mármol en algunos mausoleos, y las tumbas talladas cuentan historias de quienes han forjado el destino del municipio.
La cultura y las tradiciones también tienen un lugar destacado en la identidad de Salamina. Además, su gastronomía ofrece delicias como la macana, un postre típico que endulza el alma con su esponjosa textura y su exquisito sabor, los huevos al vapor y las panelitas de leche.
Pero si algo hace especial a Salamina es su gente. Sus habitantes, amables y hospitalarios, conservan las tradiciones y las historias que se transmiten de generación en generación. En cada esquina, en cada café tradicional, se pueden escuchar relatos de antaño que dan vida a la memoria colectiva del pueblo.
A solo unos kilómetros del casco urbano se encuentra San Félix, un corregimiento donde la naturaleza se manifiesta con toda su imponencia a través de los majestuosos bosques de palma de cera, árbol nacional de Colombia. Este paisaje, que parece sacado de un cuento, es un destino imperdible para quienes buscan la tranquilidad de la naturaleza y el contacto con la biodiversidad del Eje Cafetero.
Visitar Salamina es hacer un viaje al pasado, es sumergirse en la historia y en la belleza de un pueblo que ha sabido preservar su esencia a lo largo del tiempo. Es, en definitiva, descubrir un rincón de Colombia donde la cultura, la arquitectura y la tradición se entrelazan en un escenario de ensueño.
Salamina, Caldas, es una joya del patrimonio cultural e histórico de Colombia. Su historia se remonta a los tiempos de la colonización antioqueña, cuando los colonos provenientes de esa región iniciaron su expansión hacia el sur en busca de nuevas tierras fértiles y oportunidades económicas. Este movimiento, que tuvo lugar durante el siglo XIX, fue determinante en la conformación de la identidad del municipio, dejando una huella imborrable en su arquitectura, costumbres y tradiciones.
Fundación y primeros años
Salamina fue fundada el 8 de junio de 1825 por Fermín López y un grupo de colonos antioqueños. En sus primeros años, la población se organizó en torno a la explotación agrícola, con un fuerte énfasis en el cultivo del maíz, la caña de azúcar y el café, que más tarde se convertiría en el principal motor económico de la región. La estratégica ubicación geográfica de Salamina, en las estribaciones de la Cordillera Central, facilitó su desarrollo comercial y su conexión con otras localidades del naciente departamento de Caldas.
Los Pioneros de Salamina
La fundación de Salamina fue un proceso gradual, con múltiples influencias y aportes de diferentes personas. Entre los nombres más destacados se encuentran:
● Fermín López, Pablo López, Manuel López: Hermanos que jugaron un papel fundamental en la consolidación de la comunidad.
● Juan José Ospina, Carlos Holguín, Nicolás y Antonio Gómez Zuluaga: Otros colonos que contribuyeron significativamente al crecimiento de Salamina.
● Francisco Velásquez: Uno de los primeros pobladores y figuras clave en el desarrollo inicial de la región.
● Mujeres fundadoras: Además de los hombres, mujeres como Ana Josefa García, Trinidad Álvarez Mesa, Micaela Delgado y Manuela Villa también fueron parte fundamental de la fundación de Salamina.
Desarrollo económico y cultural en el siglo XIX
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Salamina experimentó un notable crecimiento económico, impulsado por la consolidación del cultivo de café. Este producto, que rápidamente se convirtió en el eje de la economía local, atrajo a comerciantes y trabajadores, generando un auge en la construcción y en la infraestructura del pueblo. En esta época, la arquitectura de la localidad comenzó a reflejar la prosperidad de sus habitantes, con la edificación de casas de tapia pisada, puertas, calados y talles, con balcones conformados por madera y forjas en hierro y otros con macanas y maderas de la región , que aún hoy caracterizan su paisaje urbano.
A nivel cultural, Salamina se destacó desde sus inicios como un centro de pensamiento y educación. En 1880, se establecieron las primeras instituciones educativas formales, que promovieron la alfabetización y la formación de las nuevas generaciones. Además, surgieron círculos literarios y artísticos que enriquecieron la vida cultural del municipio, convirtiéndose en un referente para la región.
Siglo XX: modernización y consolidación
El siglo XX trajo consigo importantes cambios para Salamina. La llegada de nuevas tecnologías (planta eléctrica, planta telefónica) y medios de transporte facilitó la comercialización del café, permitiendo que los productores locales accedieran a mercados nacionales e internacionales. La construcción de carreteras y la mejora en las vías de comunicación integraron aún más a Salamina con el resto de Caldas y el país.
En términos sociales, el siglo XX también fue un periodo de transformación. La educación continuó expandiéndose y las instituciones públicas se fortalecieron, mejorando la calidad de vida de la población. La radio y la televisión hicieron su aparición en los hogares salamineños, influyendo en la cultura y la manera en que los habitantes percibían el mundo.
Salamina en el siglo XXI: patrimonio y turismo
En la actualidad, Salamina es reconocida como un destino turístico de gran importancia en Colombia. Con la Resolución 87 del 2 de febrero de 2005, el conjunto urbano de Salamina fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, gracias a la preservación de su arquitectura colonial y republicana, así como a sus tradiciones culturales y gastronómicas. Su casco urbano, con calles y casas de vistosos balcones, es un testimonio vivo de su historia y su riqueza cultural. por lo anterior, el 25 de junio del 2011 recibe el reconocimiento por la UNESCO como la “Cuna del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano”, pertenece a la red de Pueblos Patrimonio un programa apalancado por Fontur (Fondo Nacional del Turismo).
El turismo ha cobrado un papel fundamental en la economía local, con la llegada de visitantes que buscan conocer su legado histórico, disfrutar de su gastronomía tradicional y maravillarse con sus paisajes naturales.
Salamina, Caldas, es más que un pueblo con un pasado glorioso; es una comunidad que ha sabido adaptarse a los cambios sin perder su esencia. Su historia, marcada por la resiliencia y el espíritu emprendedor de sus habitantes, sigue siendo un pilar fundamental en su identidad. Hoy, Salamina se erige como un símbolo de la cultura cafetera y del patrimonio colombiano, un lugar donde la historia y la modernidad conviven en perfecta armonía.